Portal EduacCes

Rumanía. Ensanchar la mirada en plena pandemia

En los últimos meses los problemas se han multiplicado. Los chicos han quedado abandonados a su suerte, a veces viven encerrados en un local. Simona Carobene, de la ONG FDP, cuenta los nuevos proyectos que han nacido de esta emergencia

«Se sufre viendo a la gente que sufre. Aquí hay mucha pobreza. No solo económica, también educativa. La pandemia ha multiplicado los problemas. Pero, para ser sinceros, está siendo un tiempo bueno. Nos está ayudando a ensanchar la mirada». Simona Carobene, italiana instalada en Bucarest, es la directora de FDP – Protagoniști în educație (“Protagonistas en la educación”), una asociación dedicada a todo el ámbito de la exclusión social, pero con la mirada puesta en los niños, que en esta zona sufren el Covid y su impacto en sus vidas con más dureza que en otras partes de Europa. «Hay zonas donde los chavales llevan meses sin hacer nada. No tienen medios para dar clase online, los profesores no están preparados y las familias se han quedado solas. A veces viven cinco o seis en un local, en algunos casos con un padre alcohólico y sin electricidad ni posibilidad de conectarse».

Pero, según cuenta, esta situación tan concreta «nos ha hecho replantearnos muchas cosas y nos ha dado sugerencias para inventar otras». Como EduacCes, una plataforma online que inauguraron a principios de abril. Se trata de un punto de encuentro para profesores, psicólogos, trabajadores sociales y familias con niños pequeños que sufren un problema muy frecuente en Rumanía: dificultades de aprendizaje. Afectan a entre 30 y 60.000 menores, según datos oficiales. «Pero aquí las cifras bailan mucho, probablemente sean más». Sobre todo si a los problemas clásicos y ya identificados –como la dislexia, la discalculia, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad («en claro aumento estos últimos años»)– se añade la zozobra del malestar social, agravada además por el Covid. «Un niño pobre se queda atrás muy fácilmente. Tiene un vocabulario reducido, le faltan experiencias importantes, muchas veces la familia no puede atender sus necesidades, y todo eso influye en el aprendizaje».

De ahí la necesidad de «ensanchar la mirada». Y la idea de este portal, en el que se ha involucrado el Ministerio de Educación, el CMBRAE (Centro de Recursos de Atención Educativa), empresas privadas (como Vodafone), un grupo de psicólogos y educadores. «Se descargan documentos y herramientas de trabajo. Se puede hablar con expertos, es como una ventanilla de preguntas y respuestas para las familias». Se intercambian experiencias y ayuda, algo muy necesario, de hecho «en los primeros cuatro días hemos tenido 2.700 visitas y han hablado de nosotros en 22 periódicos. En Rumanía es una novedad absoluta».

Simona Carobene (segunda por la derecha) en el portal EduacCes

También lo es para FDP, que celebra sus 25 años justo en estos días tan extraños y dramáticos. Con sede central en Bucarest, una filial en Cluj, una treintena de trabajadores y una red de cuatrocientos voluntarios dedicados desde siempre a las familias con dificultades y fracaso escolar, hace tiempo empezó a trabajar en los problemas de estudio y aprendizaje. «Hace unos meses abrimos Wonder, un centro diurno para actividades específicas con niños», cuenta Simona. «Vienen aquí, juegan, algunos hacen logopedia. Y mientras tanto, con pedagogos y psicólogos, intentamos hacer evaluaciones más detalladas sobre sus dificultades». En poco tiempo hubo más de cuarenta inscripciones. «Intentamos tener momentos formativos ad hoc, seminarios online para profesores, y en uno de los primeros, sobre déficit de atención e hiperactividad, hubo 130 participantes. Entonces nos dimos cuenta de que para afrontar el problema hasta el fondo, teníamos que ir hasta el fondo también nosotros».

El primer dato era una necesidad enorme, pero había que moverse y abrir nuevos caminos aparte de los que FDP lleva tiempo recorriendo. Las ayudas a los poblados gitanos («el año pasado hubo que añadir a los proyectos educativos paquetes de comida») y las actividades deportivas para niños (con socios como la Fundación Real Madrid y Decathlon), las iniciativas para combatir la pobreza energética («demasiados hogares pasan frío, sin electricidad y a veces incluso sin ventanas») y la cooperación internacional, siempre en colaboración con el Ministerio de Exteriores («trabajamos en Myanmar, Líbano y Kenia, con socios rumanos y locales»).

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Ahí radica lo que Simona llama «la ocasión de la pandemia, que nos ha abierto perspectivas inesperadas. Se ha convertido en una posibilidad de conocer mejor las necesidades que hay y ponernos en juego. Antes nunca habíamos apostado tanto por nosotros mismos y por nuestro deseo de aprender». El Covid, paradójicamente, ha ofrecido oportunidades impensables en este sentido. «Me matriculé en un máster de segundo nivel en la Universidad de Padua para atender a niños con necesidades especiales, algo que antes era totalmente imposible».

Así, con todas las complicaciones de un año tan dramático para todos, la mirada «se eleva» y se agudiza. Se conmueve ante compañeros que desde los primeros días de Covid, cuando ni siquiera había mascarillas, fueron a Cojasca para llevar ayuda a los gitanos, olvidados del resto del mundo. «Estábamos tan asustados como todos, pero nos pusimos en marcha. La trabajadora social de la zona, que ya no salía de su casa por miedo, nos contó que al vernos le dimos fuerza y volvió a ponerse a trabajar». También conmueven multitud de movimientos más escondidos, pero cargados de significado, desde las madres que se ofrecen para acompañar a los hijos de otros hasta la abogada que se pone a echar una mano para abrir una sección legal en el portal, o varias familias que «se han fiado y se dejan acompañar con una docilidad inesperada», que te abre el corazón.
En el fondo, esto es lo que merece la pena celebrar: 25 años de una historia que te trae hasta aquí, hasta esta mirada. Hasta «abrir los ojos y ampliar la perspectiva», como dice el título del encuentro que FCP ha organizado para el 20 de abril, invitando hasta al embajador italiano y al nuncio, por Zoom, con Mireille Yoga, que trabaja con niños en el Centro Edimar de Yaundé (Camerún). Solo será el primero de una serie de encuentros, dice Simona, «pero no hay mejor manera de celebrarlo que seguir a un corazón grande».