Astaná, capital de Kazajistán

Kazajistán. «Cuando Dios te interrumpe...»

Una serie de “encuentros de Navidad” sobre poesía, educación, caridad… Siempre online pero con invitados de todo el mundo. Esto es lo que ha pasado en Karagandá y alrededores en los últimos meses
Lyubov Khon

Una mañana, a primeros de septiembre, me desperté pensando en la riqueza de los últimos meses a pesar de la pandemia y la intensidad de vida con mis amigos de la comunidad. Mi corazón estaba lleno de gratitud y estupor ante todos los acontecimientos de la primavera y el verano.

Incluso ante la muerte de dos personas queridas, Olya y Galya, ante el hecho de no poder ver a mis hijos a causa del confinamiento, ante las dificultades de las clases online, ante la enfermedad y muerte de varios familiares a causa del coronavirus... A pesar pero también gracias a todas estas circunstancias, ha sido posible vivir intensamente. Es como si alguien aquella mañana hubiera encendido en mí el deseo de mostrar al mundo entero un amor, el gran abrazo de un Misterio que no me ha dejado en un momento tan insoportablemente complicado, mientras me ahogaba por la impotencia y aprendía de nuevo a obedecer y a seguir sus signos más que mis ideas.

Lyubov Khon con su marido Valeriy.

La cultura, que es una mirada, un juicio original sobre cualquier aspecto de la vida personal y pública, nace de esta manera, de la experiencia de la fe cristiana vivida que se traduce en la búsqueda de una expresión visible y accesible para todos. Un trabajo cotidiano que consiste en dar carne y belleza a la presencia de Cristo en el mundo. ¿Y nosotros? ¿Qué podemos hacer para testimoniar esto? De esta pregunta nació el deseo de realizar una serie de iniciativas que involucraran a los amigos de la comunidad y a otros. Con un título que unificaba: “El coraje de la esperanza”.
El organizador oficial del evento era el centro cultural italiano “Italy più A. Chira”, que nació a finales de los años noventa en Karagandá con Edoardo Canetta, uno de los primeros misioneros italianos del movimiento en llegar a Kazajistán.

Desde que conocí el movimiento, el Meeting de Rímini ha sido siempre un punto muy importante en mi educación. Así, tomando inspiración de él, hace cuatro años organizamos varios amigos los primeros encuentros en el tiempo de Navidad, una especie de “mini Meeting” en Karagandá, con una exposición y varios encuentros públicos, invitando a amigos de Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Fue un evento muy importante para la comunidad y para toda la ciudad.

En agosto de este año participamos en la edición especial del Meeting de Rímini desde aquí, difundiendo información y videos mediante nuestras redes sociales y participando en varios encuentros organizados por nuestros amigos rusos. Entonces compartí mi deseo de retomar aquellos “encuentros de Navidad” con amigos de todo el país. Por desgracia, en septiembre la pandemia trajo nuevas restricciones. Habíamos pensado en llevar una exposición sobre don Giussani al museo de arte regional de la ciudad, y había que pensar también en los encuentros, sin dejar de buscar personalidades kazajas interesantes para invitarlas a un diálogo. Con el tiempo se hizo evidente que todo el proyecto solo se podía hacer online. Y así fue.

Empezamos a lo grande con el encuentro “¡Aquí estamos! ¡Somos nosotros!”, una serie de testimonios de amigos de Karagandá implicados en la vida del centro juvenil Faro, que nació a finales de septiembre y trabaja con niños con discapacidad. Fue un evento internacional, con participantes desde Italia y Alemania.

La segunda cita fue “Ser joven”, surgió porque Anna Pak, estudiante de la Academia de las Artes, realizó un documental con el mismo título, que narra la historia de una chica que, junto a sus amigos, abrió el café Bondad, que se convirtió en punto de encuentro para los jóvenes de la ciudad.

El destino me ha dado el privilegio de estar siempre cerca de los jóvenes y extraer de estas relaciones curiosidad, energía, determinación, y verme implicada en el drama de sus vidas. La gratitud por ello siempre me ha suscitado el deseo de compartir con ellos la experiencia que he conocido y que me ha salvado la vida. Como en un espejo, en las preguntas de estos jóvenes, en su oposición al mundo, ve también mis propias preguntas y mi propia batalla. Siempre ha sido un desafío para mí convivir con estas preguntas hasta el final, testimoniar a los jóvenes que son más importantes que las respuestas y que guían nuestra libertad. De este modo, el encuentro también fue una ocasión para mis alumnos, asombrados por cómo se correspondía con las preguntas que llevan en su corazón. Fue un momento increíble, tanto que el domingo siguiente quedamos para retomarlas e ir más a fondo con todo lo que había surgido. El 29 de diciembre la actualidad volvió a ser protagonista de un “Dialogo sin fin: virus y corazón”, dedicado a la educación, con profesores y directores de Kazajistán y de todo el mundo.

La próxima etapa, este mes de enero, organizada con el Centro Cultural Pokrovskie Vorota de Moscú, habrá un encuentro con la poetisa rusa Olga Sedakova. Frente a lo que vemos suceder entre nosotros, cada vez es más evidente que “el coraje de la esperanza” no es solo una bonita imagen sino la experiencia de todos los días de quien se encuentra en su vida con una Presencia que cumple la promesa del primer encuentro y no deja de tomar la iniciativa, invitándonos a seguir su voz.

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Estos encuentros parecen insignificantes en comparación con todo lo que pasa en el mundo, pero el designio de Dios no tiene medida. Estamos acostumbrados a medir lo que hacemos, a nosotros mismos y a los demás, mientras que en su designio todo es importante para que yo crezca y camine hacia Él. Como decía Dietrich Bonhoeffer, «debemos estar dispuestos a dejarnos interrumpir por Dios», para mirar luego lo que Él hace a través de nuestras manos y de nuestro “sí”, pequeño y frágil.