Jacqui Treco

El volcán y el corazón de Jacqui

La historia de una canción que emocionó a todos en los Ejercicios de Rímini, Be still my heart. Su creadora nos cuenta cómo nació y en qué ha llegado a convertirse
Walter Muto

Todo empezó en Atchison, Kansas, unos diez mil habitantes en un recodo del río Missouri, que traza la frontera de dos estados, Kansas y Missouri. El mítico y poético Medio Oeste, a decir de muchos el verdadero corazón de los Estados Unidos de América. Un hecho curioso: Atchison fue la ciudad natal de Amelia Earhart, conocida por ser la primera mujer que sobrevoló los Estados Unidos sin escalas, de Los Ángeles a Newark, NY. Por así decir, en los genes de esta ciudad hay cierta relación con los viajes, y no solo dentro de los confines del país.

Jacqui Treco es una chica que estudia en el Benedictine College, aunque es originaria de Nashville, Tennessee, un estado más allá, al este, y un poquito más al sur, entre Kansas City y St. Louis. Pero, ¿por qué nos ocupamos de ella? Porque hace casi cinco años escribió una canción que, sin que ella lo supiera, empezó un largo camino que la llevaría hasta nosotros. La misma Jacqui nos lo cuenta, pues nos hemos puesto en contacto con ella por email desde Maastrich, Países Bajos, donde vive ahora tras graduarse en 2016.

El verano siguiente a su primer año en la universidad, el chico con el que salía desde hacía poco tiempo le dijo a Jacqui que había decidido entrar en el seminario. Evidentemente la relación se interrumpió y comenzó un periodo de fuerte crisis para Jacqui, que incluso llegó a pensar que ya no podría ser amada. O aunque sucediera, ya no será posible que ella permita que ningún otro le haga daño así. Después, gracias a su amistad con otra persona, algo empezó a moverse lentamente. Así es como Jacqui se encuentra de nuevo frente a su corazón, a su deseo, ya no puede fingir que no existe. A partir de ahí pregunta, lucha, combate y finalmente se rinde.



La canción Be still my heart nace de esta realidad que Jacqui no puede seguir ignorando, el deseo profundo de ser amada y al mismo tiempo el miedo de ese salto al vacío que es dejar que alguien la ame. Además, Jacqui nos cuenta que con los años esta canción se convertido para ella en una oración continua, la petición de permanecer ante su corazón, ante su deseo, y no escapar de ellos. «Cristo me ha mostrado que cuando lo invoco, cuando soy honesta con el corazón que Él me ha dado y el deseo que me da, nunca me abandona o decepciona».

Y la canción comienza su viaje cuando Emma, una amiga de Jacqui, le presenta a los chicos de la comunidad local del CLU. Enseguida llama la atención, pero sobre todo cuando canta en las vacaciones de verano, donde la oye Alberto, uno de los Memores Domini que viven en Florida. Cuando Alberto está en Italia y los estudiantes de la Universidad Estatal de Milán le invitan a dar un testimonio, pide que se cante esa canción. Chiara y Andrea la ensayan y la vuelven a tocar también después en las vacaciones de verano de 2017.

La canción empieza a girar, pasa de guitarra en guitarra y de voz en voz, se canta aquí y allá, y en todas partes va dejando su huella. Hasta que la escogen para los recientes Ejercicios Espirituales de 2018 en Rímini. Y quién sabe cuántos kilómetros más hará, llevada misteriosamente por la exigencia de belleza y verdad.

Los Ejercicios de la Fraternidad de CL en Rímini

Sale un bonito epílogo de las palabras de Jacqui. «Para mí, escribir canciones es algo necesario y natural, como hablarle a un amigo de lo que estoy viviendo. No es que las canciones salgan a chorros y no requieran un trabajo, pero son una parte necesaria de lo que yo soy. Por eso Cristo usa a menudo mis mismas palabras, mis propias canciones para alcanzarme y así una canción inicialmente escrita para un chico puede convertirse en algo mucho más profundo».

Como un hijo al que se cuida y se cría, pero del que se espera que, llegado el momento, siga su propio camino, igual que esta canción, su música sencilla y sus palabras profundas han recorrido miles de kilómetros y recorrerán más, porque describen y muestran el corazón del hombre, que –como nos enseñó don Giussani y repitió Carrón en estos Ejercicios– es el mismo en cualquier latitud. Porque si te quedas quieto no te quemarás ni te harás daño, pero tampoco sabrás por qué ardes. Un gran desafío.