Giacomo Campiotti. La sed del cineasta

Ha rodado películas de santos, desde el doctor Moscati hasta Josefina Bakhita, y también la versión italiana de la serie Pulseras rojas. En esta entrevista se muestra a sí mismo
Paola Bergamini

Si le preguntas a cuál de sus obras se siente más ligado, el cineasta Giacomo Campiotti responde: «¡A la próxima!». Y lo próximo es la miniserie Todo el mundo es perfecto, que se emitirá en la RAI el próximo otoño y está protagonizada por un grupo de chavales down. En la sala de montaje, mirando un fotograma con la cara sonriente de uno de ellos, dice: «Tienen un corazón abierto y ponen todo su empeño en lo que hacen. Es una gozada trabajar con ellos».

Nacido en 1957, padre de cinco hijos, Campiotti ha dirigido la exitosa serie televisiva Pulseras rojas en su versión italiana, que relata la amistad de un grupo de adolescentes en un hospital. Son suyas las películas sobre san José Moscati, santa Josefina Bakhita, san Felipe Neri, María de Nazaret. La última se titula Libres para elegir y es sobre los hijos de familias de la mafia. «Son películas que espero que puedan ser “inspiradoras”», afirma. Una palabra que suena un tanto extraña, también porque su producción cinematográfica no siempre tuvo este acento.

¿Por qué, llegado a un cierto punto de su carrera, decidió hacer películas de este tipo?
Es una decisión que tomé en paralelo a una búsqueda espiritual. Recuerdo perfectamente que terminé de rodar El amor y la guerra, que cuenta la historia de mis abuelos y que hizo mucho bien. Así que pensé: «Qué bonito, pero se olvida tan deprisa… me gustaría hacer cosas que tengan un sentido». Estaba en Asís y me puse a rezar pidiendo esto. Al día siguiente me llamaron proponiéndome el trabajo de Moscati, al que yo ni siquiera conocía.

¿Cómo es que estaba en Asís?
Provengo de una familia católica, he sido scout y esa experiencia fue importantísima para mí. Ya había estado allí en mi juventud y la figura de san Francisco me “enamoró”, me atraía muchísimo. Luego, a los 17 años, creo que es algo fisiológico, entré en conflicto con la Iglesia como institución y me alejé. He tenido una vida estupenda, que se ha desarrollado bien, sin grandes contratiempos, pero a pesar de eso, en cierto momento empecé a sentir un gran vacío y un profundo deseo de sentido. Al mismo tiempo, tenía la sensación de formar parte de algo más grande y que la vida era “algo más”. Todo esto hace casi veinte años. Volví a Asís, no fue ningún fulgor camino de Damasco pero volví a acercarme, a través de Francisco, al cristianismo. Así empezó mi búsqueda, mi diálogo con Dios mediante la oración y la meditación. Así es la fe. Leí libros sobre religiones orientales y conocí al santo indio Yogananda, leí las vidas de grandes místicos como san Juan de la Cruz o santa Teresa de Ávila. Cuando más profundizaba en este camino, más entendía que si uno encuentra su camino, su tradición, no necesita buscar otro. Soy de la idea de que cuanto más alto subes, más senderos se unen. Mi mujer es musulmana y por la noche rezamos con nuestros hijos el Padre Nuestro y las oraciones de su tradición.

¿Fue entonces cuando empezó a rodar películas que tuvieran un “sentido”?
Sí, para mí y para los demás. El cine italiano es conocido por sus películas de denuncia, y por otro lado tenemos grandes films de entretenimiento, pero yo quería hacer películas “inspiradoras”. Y las vidas de los santos lo son.

¿Qué le atrae de ellos?
Cuanto más los conoces, más cercanos los sientes, como compañeros de camino, y eso es lo que quería mostrar. Ahora casi no leo otra cosa que libros de santos. He leído que «un santo es un pecador que nunca se rinde». Es muy esperanzador. De Moscati me llamó la atención que era santo en sus pequeñas decisiones cotidianas. En cada uno de nosotros está esa chispa divina, todos somos santos en potencia, aun sin hacer grandes cosas. Cada uno tiene el deber de realizar su unicidad. El sentido de la vida consiste en buscarlo, acercarse a Él. Es lo que en momento dado dice Moscati delante del Cristo velado: «¡Revélate, revélate!».

Gigi Proietti interpretando a san Felipe Neri

Eso por lo que se refiere a los santos pero, ¿y las demás producciones?
Mi fe es algo muy concreto que incide en todas las decisiones que tomo. Recientemente me propusieron un proyecto muy bonito pero un tanto tibio, y lo rechacé. En las películas “laicas” me interesa mostrar que en la relación con el otro siempre hay algo bueno, solo hay que sacarlo y mirarlo sin prejuicios. Como sucede con la enfermedad en Pulseras rojas, que muestra la amistad entre un grupo de chavales en un momento muy dramático.

Una serie que ha tenido mucho éxito.
Sí, y no creo que sea casual. Vivimos un momento oscuro, de empobrecimiento espiritual. Pero ves que la gente tiene una sed de sentido, de una posibilidad de bien que en estos films se ve. Creo que cuando hay un gran malestar, también hay posibilidad de cambio. Hemos proyectado Libres para elegir en las cárceles y en los centros educativos. Roberto di Bella, el magistrado en el que se inspira la película, me dijo que algunos capos le llamaron pidiéndole que “salvara” a sus hijos. Esta sed de bien existe, y diría incluso de espiritualidad. Como me pasó con los padres de la clase de mi hijo.

¿Qué pasó?
Me llamaron para ayudarles con un espectáculo infantil. Para su sorpresa, les propuse a san Francisco. Durante un año nos estuvimos viendo una noche a la semana. Llegaban cansados de trabajar y se iban a medianoche con una sonrisa. Las poesías, las florecillas, la Regla… todo era nuevo. El espectáculo salió bien y gustó tanto que estuvimos dos años de gira por las parroquias de Roma, Perugia, fuimos hasta Rebibbia. Era una peregrinación con los niños de cinco años: durante el día de viaje y por la noche en escena.

Moscati, Felipe Neri, Josefina Bakhita, el juez, ¿cómo surgen estos personajes de sus películas?
Mi trabajo consiste en darles credibilidad. Yo me identifico con cada uno de ellos, en su grado de conciencia. Pero esto vale para todos, cada uno debe saber quién es, qué hace, dónde vive. Si llegáramos a ser conscientes de que, antes que nada, somos hijos de Dios, esto ya sería resolutivo en sí mismo. Al menos conscientes de lo que uno es, de lo que significa si trabajas bien o mal, cómo tratas a tus hijos, a tu mujer… A veces vivimos determinados por mecanismos externos o por el instinto, que nos lleva a la defensiva o al ataque. La conciencia es lo que antes se llamaba examen de conciencia nocturno, es decir, la oración.

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¿Qué supone para los actores interpretar a estos personajes?
«Ríete con el diablo y deja en paz a los santos», se suele decir. Estas historias han dejado huella. Beppe Fiorello me ha mandado mensajes expresando su nostalgia de cuando rodamos la película de Moscati. El más llamativo fue Gigi Proietti, que no sé cómo decidió interpretar a san Felipe Neri. Cuando estábamos rodando, me decía: «Giacomo, mostremos al santo, pero sin exagerar». Luego, en la presentación a la prensa le preguntaron sobre la fe y respondió: «Hay películas que luego olvidas y otras que te cambian la vida. Esta es una de ellas, pero no me preguntes por qué». Para Josefina Bakhita me propusieron otras actrices, todas guapísimas, pero no me cuadraban. Hicimos un casting y nos llegó de todo: estudiantes, amas de casa, hasta prostitutas. Al final elegí a una chica que venía acompañando a su amiga. Me impactó su rostro. Musulmana, una mujer de gran fe que ha interpretado al personaje a la perfección. Todos los años, las monjas canosianas de Schio, donde vivió la santa, la invitan a ir allí. La quieren muchísimo.

Llegamos a la pregunta obligada: ¿próximo proyecto?
San José de Cupertino, que es en cierto modo mi santo. Cuando se lo propuse a la RAI, me dijeron que era lo más lejano a su línea editorial, pero cinco años después vamos a ponerlo en marcha…