Arnoldo Mosca Mondadori enseña al Papa una cruz hecha con la madera de los barcos

Arnoldo Mosca Mondadori. «Los migrantes son un mensaje de Dios al mundo»

Poeta, editor, gran amigo de autores y artistas que son «antenas que apuntan hacia el Misterio». El nacimiento de la Orquesta de los Pueblos y la Puerta de Lampedusa. Habla de la sociedad, la "cultura de la indiferencia" y la fe
Alessandra Stoppa

«Los migrantes vienen a despertar la dimensión más verdadera de todos nosotros. Son un mensaje, desmesurado, de Dios al mundo». Para Arnoldo Mosca Mondadori no es cuestión de metáforas, ni de creencias, sino de biología. «En el cuerpo, cuando una parte está enferma, otras células acuden en su ayuda para curarla. Del mismo modo, los migrantes llegan para ayudar a nuestra Europa, que sufre de cansancio y egoísmo. Nos recuerdan que somos hombres. Este inmenso movimiento de personas de Asia y África está cargado de profundidad y de significado».

Bisnieto de Arnoldo Mondadori que fundó la editorial Mondadori y nieto de Alberto que fundó la Saggiatore, Arnoldo Mosca Mondadori es poeta, editor, comisario de la obra mística de Alda Merini, además de íntimo amigo suyo. Tenía una relación muy parecida con Ennio Morricone, y la tiene con Jannis Kounellis y otros grandes artistas, una amistad que para él siempre ha sido una «necesidad». No solo por tradición familiar. Sino también porque los artistas «son antenas que apuntan hacia el Misterio».



Hace unos diez años, tras una visita al campo de refugiados, decidió que el Conservatorio de Milán, del que era entonces presidente, empezaría a dar para ellos clases gratuitas de violín y acordeón. Todavía se acuerda de las veinticuatro familias gitanas que llegaron en una tarde soleada. «Cómo desestabilizaron todo el Conservatorio...», sonríe. De allí nació la Orquesta de los pueblos, que desde 2012 acoge a chavales de unas treintas etnias. «Es una semilla que hemos sembrado en la ciudad. La orquesta no pretendía hacerse estable. Era un puente. No formaba en la excelencia, sino que formaba: valoraba a los chavales y facilitaba las relaciones. Mirando cómo creaban música juntos siguiendo a su educador, les veías dar un "salto" que superaba todo su miedo, ya fueran ucranios o sudamericanos». Hoy, esos chavales son mayores y su Fundación –La Casa del Espíritu y las Artes– está empezando otro proyecto para niños de las periferias de Milán, en colaboración con el sistema Song, que utiliza la música como instrumento de integración y de inclusión social, trabajando con otros modelos europeos: Dream Orchestra (Suecia), El Sistema Greece (Grecia), Hangarmusik (Alemania).

Gracias a su Fundación, también se han realizado talleres de lutier o de producción de formas para consagrar, dirigidos a los presos, cuyas formas llegan a más de trescientas parroquias italianas desde la cárcel de Ópera y hoy forman a empleados en África, a chavales de la calle en Argentina, y en Sri Lanka, con las hijas de las presas, que de otra forma se verían condenadas a trabajar en las plantaciones de té. «La dignidad del trabajo del incide en la humanidad concreta. Ver a otro que vuelve a tener esperanza, a florecer y renacer, es una alegría. Es una alegría de Dios, que podemos vivir nosotros también».

Mosca Mondadori con Alda Merini

Mondadori considera la política como «un teatro al estilo Shakespeare», pero no le preocupa el hecho de que «nuestra sociedad se olvide de cultivar un espíritu, planteándolo como un tabú sobre las mesas del poder. Afortunadamente, no son las grandes acciones las que mueven la historia. Basta con que exista una persona verdaderamente humana, una persona enamorada de la verdad, para que suceda algo». El primer ejemplo que le viene a la cabeza son «los ojos del papa Francisco, una gracia de este siglo». Como también lo son otros ojos, los de los migrantes. «Necesitamos ver sus miradas, una por una, porque suponen una dimensión crucial que nos ayuda a no generalizar ni instrumentalizar. En su sufrimiento, en su búsqueda de una vida para sí mismos y para sus hijos, nos están diciendo algo. En primer lugar, que estamos necesitados. Y que somos una sola cosa».

Por eso diseñó la Puerta de Lampedusa (elegida como Puerta de la Misericordia en el Jubileo) y se la encargó a Mimmo Paladino, junto a la gran cruz hecha con la madera de los barcos, construida por Franco Tuccio, que sigue dando vueltas por el mundo para recordar a todos los hombres, mujeres y niños sin nombre fallecidos en el mar. «Existe una política nuestra, es decir, de cada uno de nosotros, que es ante todo conciencia y que vence sobre la "cultura de la indiferencia" de la que habla Francisco, y empieza por no cerrar los ojos. No podemos ignorar el drama que sigue sucediendo, no podemos no ser conscientes de ello, desde un punto de vista humano quiero decir, cuando estamos delante de nuestros hijos».

Taller de lutier en la cárcel de Ópera

Un síntoma de la enfermedad que padece nuestra época es, en su opinión, «la tentación de encerrarnos en una realidad privada». Pero aclara que no es suficiente "hacer" algo. «Sin escucha, hacemos miles de cosas en vano. Dar una contribución al mundo no es organizar un evento cualquiera. Hay millones de eventos. De hecho, me parece que estamos en un periodo de exaltación en este sentido, es un déjà vu constante. Solo es nuevo lo esencial: que el hombre pueda dirigir su mirada hacia el gran misterio que es». Por eso dice que, más que eventos, hoy «necesitamos alegría. Necesitamos entender cuál es nuestra felicidad. Y en mi vida, el corazón de la felicidad es Jesús».

Sabe que la gente piensa que es «una locura o, mejor dicho, un mito, una fábula, pero el cristianismo no es una religión. El cristianismo es. ¡Es! Es una mirada, es un hombre vivo, del que los primeros se enamoraron. Del que yo me he enamorado». Le conocí cuando era niño. «Estaba recibiendo la Eucarística por segunda vez y noté una herida y, al mismo tiempo, una alegría indescriptible. El alma es como una flor que se abre cuando Jesús la mira. Y no es nada milagroso ni simbólico: es una relación real. Luego, hay todo un largo camino que hacer. Lo busco todos los días, para volver siempre a Él. Porque sin él, todo se vuelve estéril en mis manos, incluso la cosa más bonita, incluso la familia, el trabajo, los amigos, un gran amor, la comunidad. Incluso los mejores proyectos».