Juvenal Ñique Ríos con su hijo Óscar

Perú. «Uno de ustedes, parte de esta siempre nueva historia»

Murió a los 103 años, el 8 de diciembre. Periodista, poeta, combatiente por la libertad de su país, entre otras. Al conocer a don Giussani aprendió que «el único revolucionario es Cristo». El recuerdo de Juvenal Ñique Ríos, en palabras de sus amigos

Don Juvenal Ñique, nacido en Moche, provincia de Trujillo (Perú), fue militante del partido Aprista, periodista, educador, poeta e incansable luchador social. Luchó junto a Che Guevara y era el último sobreviviente de la revolución de Trujillo en el llamado “Año de la Barbarie”, cuando ejecutaron a varios miles de personas, entre ellos muchos jóvenes. Pasó años en la cárcel, donde tocó la injusticia y el dolor, mirando y haciendo suya la vida de cada uno. Allí le enseñaron a leer la Biblia, a rezar, a conocer e intuir que la vida se da y dona a Otro, que excede la medida de nuestra razón, correspondiéndole plenamente.

Don Juvenal dijo en una ocasión: «Mi vida, puedo afirmarlo, ha sido y será una vida de lucha contra toda forma de injusticia. Muy joven, adolescente aún, me inicié en una lucha que no tiene fin. La opresión, la injusticia contra los más pobres, las diferencias que calan hondo en mi pueblo siempre son más. Muy joven estuve en las prisiones políticas amando y padeciendo un ideal de justicia y de libertad. Y en esta lucha he conocido amigos, compañeros hoy ya ausentes, que ofrendaron sus vidas con coraje, con pureza, intachables e insobornables».

En el año 1996 conoce el movimiento Comunión y Liberación a través de su hijo, e inicia una profunda amistad con Andrés Aziani, con quien compartía ardientemente el deseo de justicia, libertad y la conmovida gratitud por don Giussani, de quien aprendió que el único verdadero revolucionario es Jesucristo. Después del encuentro con la vida, historia y amigos de don Giussani escribió: «Es un entusiasmo definido por la correspondencia entre lo que han significado mis más grandes aspiraciones y deseos y aquello que el movimiento significa para el hombre; en especial para los jóvenes, que hoy como siempre tienen la necesidad de una luz que les ayude a encontrar el camino que afirme sus nobles ideales. Un camino en el que el hombre no solo escuche y grite el ideal sino donde, paso a paso, viva el ideal de una manera seria y verdadera. El hombre necesita con urgencia elevarse a la altura del ideal, sentir y vivir el ideal, que es muy diferente a utilizarlo. Digo esto porque hoy es lo que menos importa para muchos: para muchos políticos, profesores, como para muchos hombres, el ideal es algo que solo se recita en los recintos parlamentarios y en las aulas; mientras que en el quehacer diario se olvida, se traiciona y se burla. ¿Qué significa hoy mi encuentro con CL? Pues sigue y seguirá marcado por ese entusiasmo primero. Un entusiasmo cada vez más intenso. Mi encuentro con CL no solo tocó mi vida espiritual, sino que ha tocado mi vida entera. Es preciso entonces afirmar que haber conocido a mis amigos de CL me llena de entusiasmo, un entusiasmo cada vez más intenso; porque hoy como ayer vuelvo a encontrarme con compañeros que están dispuestos a entregarlo todo con coraje por amor al hombre. Este es el significado de mi encuentro con CL, el encuentro con amigos que tienen el coraje de afirmar a Cristo como acontecimiento que libera y salva al hombre. Un encuentro con amigos, gente que se entrega en las aulas formando al hombre para su verdadera liberación. Encuentro con hombres y mujeres que se elevan por encima de diferencias y de distancias; y con ellos yo voy a continuar luchando para que el mundo comprenda que si hay un camino de auténtica revolución y reivindicación, ese camino es Cristo; y voy a continuar hasta el último latido y, aun más allá de todo, sé que con estos amigos siempre estaremos juntos».

Don Juvenal fue haciendo suyas las palabras de Emanuel Mounier: «Dejadle abierta no solo la puerta del recuerdo, sino la de la presencia y la esperanza».

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En el día de la Inmaculada Concepción, a sus 103 años, el buen Jesús quiso acoger para la eternidad a nuestro querido amigo y maestro Juvenal Ñique. En una de sus cartas nos escribía: «Don Giussani, amigos de CL, quiero manifestarles que siempre pienso y oro por la unidad de nuestra Iglesia, de nuestra comunidad y por todo CL, que conocí en la juventud. Alguna vez les dije que me sentía uno de ustedes y así lo siento. Soy uno de ustedes formando parte de esta siempre nueva historia que como cristianos estamos llamados a construir por suprema responsabilidad. Insisto por eso en la unidad, más allá de todo, allí donde nos toque estar o donde elijamos vivir nuestra experiencia. Unidad y fraternidad siempre; creo que puedo decirlo y pedirlo con la plena satisfacción de que toda mi vida he luchado por la unidad, la fraternidad y la solidaridad, la justicia y la verdadera reivindicación de mi pueblo. Unidad y fraternidad en Cristo, con la certeza de nuestra adhesión a Él, conscientes siempre de nuestra relación con el Destino, reconociendo la Verdad a la que pertenecemos».
Los amigos de la comunidad de Lima (Perú)