La comunidad japonesa de CL

Japón. ¿Qué tiene que ver con las estrellas?

Un grupo de amigos de Hiroshima y Tokio pasan unos días en la montaña para profundizar en su amistad, que durante el resto del año viven a distancia. Las primeras vacaciones de la comunidad nipona

Once amigos de Tokio y cinco de Hiroshima se juntaron para pasar unas vacaciones de tres días en Tsuwano y Yamaguchi, al sur de Japón. No conocíamos bien el programa ni sabíamos lo que iba a pasar. ¡Iba llena de curiosidad! «Espléndidas montañas que empiezan a florecer»: así se expresa el corazón japonés para describir la primavera. De camino, el coche se movía como si fuera absorbido por el fresco verdor. Cuando entramos en Tsuwano era como si el mismo Dios nos diera la “bienvenida”. ¿Qué era lo que estaba a punto de empezar?

Felices por volvernos a ver un años después, nos juntamos todos en el Paso de la Virgen, cerca de Tsuwano, donde en el siglo XIX fueron apresados y torturados muchos “cristianos ocultos” y allí, con miles de peregrinos, participamos en la misa que se celebró en una pequeña colina por los 37 mártires que allí perdieron la vida durante la inquisición de los samuráis. Un santuario natural, completamente rodeado de verde. Tan bello que costaba imaginar que allí se hubieran producido unas torturas tan brutales. Pero una belleza así, ¿acaso no es signo de una Gracia capaz de transformar el mal en bien?

De excursión

Normalmente, durante el año hacemos la Escuela de comunidad a distancia, por eso, aunque vivo en Hiroshima, conozco a los amigos de Tokio, aunque solo sea por pantalla, y quería aprovechar la ocasión de pasar el mayor tiempo posible con ellos. ¡En vivo me parecían diferentes! Cuando tienes contacto directo, notas el calor de la persona, sus expresiones, su respiración. Lo primero de lo que me di cuenta es de que tenía ciertas ideas preconcebidas debido a la distancia. Sentía un cierto malestar porque me parecían inaccesibles y eso no me permitía captar su humanidad. En cambio, su compañía era exactamente igual que estar con “la persona” tal como Dios la ha creado.

El lema de las vacaciones era “¿Qué tiene que ver con las estrellas?”. Es decir, ¿cuál es el nexo entre las estrellas y lo que estás viviendo ahora? No tenía ni idea de lo que quería decir, así que pregunté: «¿A qué se refiere lo de las estrellas? Lo siento, pero no tengo ni idea de qué me está preguntando ese lema». Me respondieron entonces con otra pregunta: «¿Qué te ha impactado hoy?». Respondí inmediatamente: bajando de la montaña en el telesilla, veía los tejados de las casas que parecían diminutas y pensé que dentro de esas casas microscópicas había personas, cada una con su vida, y que Dios estaba en relación con cada una de ellas, y las amaba. Gabriele me dijo: «Ahí tienes las estrellas. Tú no solo tienes ojos para ti misma, sino también para los demás».

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Volví a casa con el deseo de ahondar en esas palabras. Luego, ya en Hiroshima, me llegó un texto que contaba un episodio de la vida de don Giussani titulado “¿Qué tiene que ver con las estrellas?”, tomado de su biografía. Poco después tuvimos un encuentro con Ambrogio Pisoni con ese mismo título. Allí escuche que «la banalidad del instante tiene que ver con el universo (Dios)». La moralidad consiste en realizar un gesto en función de la totalidad, por lo que hasta beber un vaso de agua tiene sentido si lo haces con la conciencia de estar en relación con Dios. ¿Pero qué es el hombre, ese yo al que Dios se dirige con tanto ardor para mostrar su presencia? La diferencia entre la enormidad de Dios y mi pequeñez es algo absurdo… Don Ambrogio nos decía: «Para llegar a la belleza y a la verdad, hay que estar atentos a la realidad total». Pero, ¿por qué? ¿Para qué? Para corresponder al deseo de mi corazón de “ser verdaderamente feliz”.
Susana Arino Setsuko, Hiroshima (Japón)