Vilna (Foto Unsplah/Dan Marian Stefan Doroghi)

Lituania. «Algo muy valioso en mi vida»

Se cumplen treinta años de presencia de CL en el país báltico y lo han celebrado con una fiesta en Vilna llena de amigos

El 14 de octubre celebramos los treinta años de CL en Lituania. Todo nació del dese de hacer un gesto público para presentar El sentido religioso, que se editó en lituano hace 23 años. Así que pensamos organizar un único evento para ambos acontecimientos. En Vilna somos unos setenta amigos y muchos a los que llevábamos años sin ver se han acercado a un lugar que siguen viendo como su casa. También vinieron algunos italianos, como Roberto, que junto a Mauricio dio comienzo al movimiento en Lituania en 1993. Incluso vinieron varios lituanos que ahora viven en otros países.

Después de la misa celebrada por el nuncio apostólico, monseñor Petar Raijc, que quiso participar en todo el gesto, comenzó la fiesta. Con videos, canciones y juegos, hicimos un recorrido por la historia de nuestra comunidad. Llegaron saludos en audio y video de muchos amigos repartidos por el mundo, como monseñor Paolo Pezzi desde Moscú, y el agradecimiento de gente que después de conocernos ha visto su vida cambiar.

Durante la preparación, nos preocupaba qué podíamos llegar a hacer siendo tan pocos. Pero en los últimos años ha crecido en mí la certeza y la conciencia de que el movimiento es algo muy valioso en mi vida. Como dije durante mi testimonio, me llena de asombro ver todo lo que he cambiado gracias a la educación del movimiento. Hasta el punto de invitar a otras personas a celebrar este aniversario –viejos amigos y gente desconocida– con el deseo de compartir algo verdadero y grande. Me he dado cuenta de que la vida de la comunidad para mí es un bien tangible y me permite no dejar nada fuera, ni siquiera la fatiga que me supone afrontar mis límites y los de mis amigos. Mi vida ha cambiado hasta el punto de abrir mi corazón, mi casa y mi bolsillo. A pesar de todas nuestras dudas, miedos y preocupaciones, puedo decir que la fiesta fue la prueba de una Presencia que lo vence todo.

Como me decían al volver a casa unos amigos italianos que también celebraban su aniversario de boda. «Treinta años de matrimonio. Treinta años cargados de dones y de gracia. Habíamos pensado ir a pasar un fin de semana visitando alguna ciudad europea, pero a finales de agosto aparece en casa Kristina, nuestra gran amiga, que nos invita entusiasmada a Vilna para celebrar los treinta años de movimiento en Lituania. Aceptamos más por la posibilidad de estar con ella y con su marido que por la celebración en sí, que tampoco nos parece algo muy nuestro. Sin embargo, Dios siempre te sorprende y se vale de tu “sí”, aunque lo digas poco consciente, para cambiarte.

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El día del evento, mi marido me propuso salir a dar una vuelta durante el encuentro, pero se nos acercó Paola (memor Domini que lleva 23 años en Vilna) para darnos unos auriculares con los que seguir la traducción que ella iba a hacer para nosotros. ¡Qué atención y qué ganas de hacernos partícipes de lo que estaba pasando! A partir de ahí todo fue un continuo descubrimiento. Nos hemos sentido parte de ellos, de un pueblo. El testimonio de Domantas, contando su encuentro con un cristianismo lleno de alegría y vitalidad describía exactamente lo mismo que me pasó a mí cuando era un bachiller. No estábamos allí para celebrar los treinta años de su comunidad, estábamos allí para agradecer el encuentro que hemos tenido, en Milán o en Vilna, que nos ha hecho formar parte del mismo pueblo. ¡Qué conmoción! La jornada acabó con una noche de cantos donde se coló algún italiano como la Canción del melograno de Chieffo. Como en casa…».
Kristina, Vilna