Exposición en el "Lugar de encuentro" en Moscú

Un nuevo “lugar de encuentro” en Moscú

Un evento de tres días en la capital rusa inspirado en una historia de amistad con el Meeting de Rímini. Ante las tragedias del mundo, una ocasión para volver a poner en el centro «el fundamento que nos une» y da sentido a todo
Giovanna Parravicini

No se puede dar por descontado pensar en un Meeting-Moscú en el contexto internacional actual, pero desde esta primavera, ante el lema del Meeting de Rímini 2023, “La existencia humana es una amistad inagotable”, pensamos que no podíamos dejar pasar una ocasión así. Si por un lado la amistad se ha convertido en un bien escaso, es justamente la experiencia de una “amistad inagotable” lo que nos permite levantarnos cada mañana con esperanza.

La apuesta que supone esta amistad era evidente desde el principio para el grupo de amigos que asumió la tarea –cada una implicando a otros de su entorno– de imaginar una «fiesta» sin olvidar nada de las tragedias que se viven en el mundo porque lo que se celebra es el fundamento que nos une y da sentido a la alegría y al dolor, a la vida y a la muerte. Estos días hemos podido revivir ese clima que siempre nos ha llenado de asombro la participar en el Meeting de Rímini, sobre todo viendo cómo cada uno se sentía protagonista al acoger a los amigos que venían de fuera de Moscú, comunicando lo que sucedía en las redes sociales, con carteles, los técnicos, los traductores, los moderadores… y viendo toda la gratitud de los que dedicaban su tiempo a dar un servicio mientras que, por el contrario, sentían que lo que estaban haciendo era ante todo recibir un regalo.

Una amistad inagotable que ha desembocado en la colaboración entre el Centro cultural Biblioteca del Espíritu y la Universidad ortodoxa de San Tijon, las dos sedes que han albergado estas jornadas del 12 al 15 de octubre. Una amistad que también ha sido la ocasión de conocer a nuevos amigos como Donato Parisi, restaurador italiano en Moscú que participó en una mesa redonda sobre el mundo de la empresa y fue uno de los patrocinadores. O como Roberto Cardillo y su concierto de canciones napolitanas y Evgenija Belonoshchenko, escritora y empresaria, creadora de la red de nidos de infancia “Baby-club”. Historias muy diferentes pero que tienen en común el deseo de que la propia vida sirva a un bien común y la curiosidad por cómo poder realizarlo. Siendo así, producir “mozzarella a la vista”, es decir, llevando a cabo el proceso de elaboración a la vista de los visitantes o abrir lugares donde acompañar en la crianza de los niños –partiendo del malestar que había sentido con su hija– se convierten a su vez en expresiones del deseo de compartir la propia vida.

Moscú, ''Lugar de encuentro 2023''

La inauguración tuvo lugar en la Universidad de San Tijon con la presentación de la exposición “Para mí vivir es Cristo. Metropolita Antoni”, realizada para el Meeting de Rímini 2015 por un grupo de jóvenes rusos, ucranianos, bielorrusos e italianos que percibieron en la figura de esta gran personalidad del mundo ortodoxo la misma paternidad que habían encontrado en don Giussani. Ocho años después, uno de aquellos jóvenes –que hoy es sacerdote ortodoxo en Siberia, el padre Michail– testimonió desde el escenario que la pasión por la unidad, que le cautivó y le hizo descubrir su vocación, sigue viva y también hoy es posible. Lo corroboró Alessandra Vitez del Meeting de Rímini con un videomensaje: esa amistad que comenzó en 2013 con la exposición “La luz brilla en las tinieblas”, realizada por la San Tijon, ha crecido con el tiempo con resultados imprevistos e inesperados que nos han llevado hasta aquí porque –según dijo, citando palabras del metropolita Antoni– todo encuentro auténtico es para siempre y las distancias terrenales ya no separan a la gente.

Después de la figura del metropolita Antoni, la velada del 13 de octubre estuvo dedicada a otro “gran amigo” de Rusia, el padre Romano Scalfi. Cautivado desde su juventud por la belleza de la tradición espiritual rusa, fue durante décadas un puente vivo entre ese mundo y la Iglesia de Occidente, dando a conocer los iconos, la filosofía y la teología ortodoxa, las lecciones de verdad, libertad y responsabilidad que transpiran de las páginas del samizdat y generando relaciones de amistad entre personas y comunidades. Como dijo monseñor Paolo Pezzi, arzobispo metropolita de la Madre de Dios en Moscú, que intervino desde el sínodo en Roma, «estoy seguro de que la obra del padre Scalfi es una obra de toda la Iglesia, una obra que sigue extendiendo el Reino de Dios. Recordemos la invitación del padre Scalfi a amar Rusia, y acogerla. Creo que sus palabras son proféticas, más valiosas aún hoy, porque solo amando al otro se le puede comprender y acoger, con todas sus diferencias y errores, perdonarlo y caminar juntos en la vida, con Cristo y hacia Cristo».

El día 14 se dieron tres acontecimientos, un récord para nuestra pequeña comunidad: el relato de cómo la amistad de algunos con Souleiman, médico sirio en Damasco, ha generado una relación cada vez más grande que dio lugar hace dos años a la exposición “Francisco y el Sultán” en árabe, presentada en numerosas ciudades de Siria y, el pasado mes de mayo, una peregrinación de la diócesis católica de la Rusia Europea. Sasha y Nastja dieron voz a todos estos encuentros, como el que tuvieron con el nuevo obispo franciscano Hanna Jallouf, un hombre que ha sufrido todo tipo de violencia, soportándolo heroicamente, cuyos ojos se humedecieron al contar un pequeño gesto de cercanía que tuvo con él uno de los jefes del Isis. También con la comunidad que nació en torno al padre Paolo Dall’Oglio, secuestrado y desaparecido desde 2013, y con las monjas trapenses de Azer. Gran conmoción provocaron especialmente las fotos y videos de la exposición “Azer. La impronta de Dios. Un monasterio en el corazón de Siria”, del Meeting 2023. Fue evidente para todos que estamos juntos en un camino que compromete la vida entera, más allá de futuras posibilidades, que esperamos que surjan, de nuevas peregrinaciones y encuentros.

La mesa redonda sobre educación contó, entre otros, con la participación de Ramzija y Dima Kurjachenko, un matrimonio de Kazajistán, ella profesora de familia musulmana y él abogado. En un toma y daca de preguntas y respuestas que duró casi dos horas, no escuchamos ninguna teoría ni metodología educativa, sino que vimos a dos personas con los ojos resplandecientes, abiertos de par en par a la vida, transformados por el encuentro con Cristo (hasta tal punto que la familia de Ramzija ha llegado a animarla a seguir este camino que veían que la hacía tan feliz). En definitiva, dos católicos que viven en un mundo con tradiciones muy distintas, pero que saben valorar como un bien precioso a todos aquellos con los que se encuentran, dejándose educar ellos mismos continuamente en su relación con sus hijos, alumnos y amigos.

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Esa noche, otra gran amiga del Meeting, Tatiana Kasatkina, presentó en un diálogo con Oksana su último libro de ensayos sobre Dostoyevski, que toma el título de una frase del célebre autor, Seremos rostros, sin dejar de fundirnos con el todo. Esta frase, que nace de una reflexión sobre la vida en el más allá ante la muerte de su mujer, resume la visión que tiene Dostoyevski del ser humano y de la realidad, y nos pareció una traducción genial del lema de nuestro “lugar de encuentro” (como nos gusta llamar al Meeting-Moscú), con las imágenes del racimo de uva y el granado, antiguos símbolos de la comunidad eclesial que aparecen representados en la portada del libro. Lo que al principio podía parecer sencillamente una aguda lección de análisis literario, a lo largo del diálogo adquirió la imponencia del testimonio de un «para mí vivir es Cristo», no solo referido a la grandeza humana y espiritual de Dostoyevski, sino también a los que en ese momento nos estaban ayudando a descubrir, a través de Dostoyevski, que Cristo es el verdadero corazón de cada persona y que –como dice la liturgia oriental– está verdaderamente «en medio de nosotros».