Un hospital bombardeado en Vilniansk, en la región de Zaporizhzhia (Foto Ansa-Zumapress)

La ayuda a Ucrania y esa nostalgia

Por su amistad con una colega ucraniana, un médico veneciano se ve involucrado en varias misiones con asociaciones de este país flagelado por la guerra

Soy un médico apasionado por los idiomas y en 2008 empecé a estudiar ruso. A partir de ahí empezaron a surgir encuentros y amistades inesperadas. En 2014 una amiga me pidió ayuda para un sobrino suyo que vive en Rostov del Don, un niño de ocho años enfermo de cáncer pero sin un diagnóstico concreto. Los médicos locales habían sugerido llevarlo a casa porque ya no podían hacer nada por él. Aquello parecía bastante imposible pero de un modo “milagroso” me encontré en el centro del huracán donde Otro se puso en acción barriendo todas las circunstancias desfavorables. Después de tratarlo en un hospital de Monza ese niño hoy está sano.

También en 2014, una delegación de médicos ucranianos visitó el hospital de Venecia, donde trabajo. Entre ellos, como intérprete, estaba Rimma, senóloga en Uzhgorod, que estudia italiano y veranea a menudo en Italia, así que mantuvimos el contacto.

24 de febrero de 2022. Dos días después de la invasión rusa, Rimma me hizo una viodellamada desesperada. Todo el país estaba en situación de emergencia, carecían hasta del instrumental básico para tratar las heridas. Le pedí que me enviara una carta oficial de petición de ayuda por parte de la asociación de médicos con la que había venido a mi hospital. Inmediatamente pensé: soy director de Urgencias y estoy en contacto con el sistema de Urgencias de toda la región y con Protección Civil, así que quizá puedo moverme por ahí. Pero enseguida me surgió una pregunta: pero yo, ¿a quién pertenezco? Siempre que he intentado actuar de forma “institucional” no ha pasado nada, siempre que he tenido una gran idea y he intentado perseguirla no he logrado nada, pero siempre que digo sí a las circunstancias suceden cosas imprevistas y conmovedoras.

Por ejemplo, la amistad que nació con la asociación Malve de Ucrania ha sido la ocasión de ponerla en contacto con el Banco Farmacéutico y el Banco de Solidaridad, haciendo posible un reparto de 3.000 toneladas de ayuda humanitaria, 164 vehículos, entre ellos 57 ambulancias completamente equipadas, 350 palés de medicamentos y casi tres millones de euros en dispositivos médicos. Durante este tiempo han venido a verme a Venecia varias personas y representantes de asociaciones que han recibido esa ayuda.

En un año, hemos ido ocho veces a Ucrania cargados de medicinas y material sanitario. El dinero necesario llega a través de colectas en parroquias, pero también de los donativos de gente que no nos conoce. Y nunca hemos organizado una campaña de recaudación pública.

Cuando llegamos a Ucrania, siempre nos impresiona la amistad de Rimma, que nos recibe como si fuéramos hermanos y que este verano vendrá por segunda vez de vacaciones con nosotros acompañada de su hijo menor. Cada viaje es la ocasión de encuentros significativos: con los médicos de Leópolis o con mucha gente que hemos conocido en la región de Uzhgorod.

Hace poco me encontré con una amiga que ha dejado el movimiento. Le conté todo lo que me había pasado y después de acompañarla hasta la estación, me mandó este mensaje: «Ahora que te he visto, siento nostalgia de Jesús». Yo también tengo nostalgia de Él, de que se siga dejando ver como ha hecho este año.

LEE TAMBIÉN – Grecia. «Nuestra vocación es el mundo»

Hace unas semanas, vinieron a Venecia varias autoridades ucranianas con una delegación oficial para hacerme entrega de una medalla y un pergamino. Durante el último año hemos recibido muchos reconocimientos, pero este es especialmente significativo: «Por sus servicios al pueblo ucraniano y a la Iglesia ortodoxa, Michele Alzetta ha sido nombrado Caballero de la Orden del Príncipe Vladimir de tercer grado. Firmado: el Metropolita de Kiev y de Ucrania, Epifanio». El nombre que aparece en el pergamino es el mío, pero tras él hay un pueblo que se ha movido, y sobre todo hay Alguien que nos ha permitido dar testimonio de Él en una situación tan dramática. Verdaderamente, nuestra amistad es algo de otro mundo.
Michele, Venecia