Francesca Fagnani en el Festival de San Remo (Foto Ansa)

San Remo y los jóvenes de la cárcel de menores

La presentadora del Festival, Francesca Fagnani, lleva al escenario el “grito” de los jóvenes presos en el centro de menores de Nápoles

«¡Miradme, yo también quiero existir!». Este es el grito que más me impresionó en las palabras de los jóvenes que Francesca Fagnani llevó al gran escenario de San Remo. Me encantó que la periodista fuera fiel a la manera en que ellos se expresaban.

Los que tratan con jóvenes “complicados”, en la cárcel o en cualquier otro sitio, y lo hacen sin prejuicios son capaces de captar ese grito que llevan dentro, que es igual que el de tantos de sus coetáneos, e incluso que los adultos a los que se dirigen en busca de respuestas. Es totalmente cierto que hace falta mirar el momento “antes” de que cometieran su delito para caer en la cuenta de que existen las periferias, barrios totalmente abandonados. Igual de cierto es que hay que mirar al “después” del periodo de detención para comprobar que no siempre hay lugares dispuestos a acogerlos y acompañarlos.

Soy coordinador del taller de construcción de la cárcel de menores de Nisida y en mi experiencia con estos chavales, cada vez me doy más cuenta de cómo valoran el tiempo. Son conscientes de su pasado porque lo asocian al motivo por el que están presos. Miran al futuro porque coincide con el momento de salir de allí y por tanto con la libertad. Pero a pesar de todos nuestros intentos, les cuesta vivir el presente, reconocer a alguien que les acompaña ahora. Pero cuando eso sucede les brillan los ojos porque interceptan una mirada que responde al grito de su existencia, de su deseo de ser tomados en cuenta, mirados, queridos.

Siempre me ha llamado la atención la posibilidad que me ofrece mi trabajo de reconocer ese pueblo del que tanto habla el papa Francisco. En ese lugar es evidente que la respuesta al grito que todos llevamos en nuestro corazón no es solo “institucional” sino que brota de un “yo” que toma en serio a cada uno de los jóvenes con los que se encuentra. Entonces es posible mirar el “antes” y el “después” porque existe un “ahora”.

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Hace poco, un joven de mi taller se distrajo por mirar el mar. Sus compañeros se enfadaron porque no estaba ayudando en el trabajo. Entonces me acerqué y le pregunté: «¿Qué pasa?». «Tengo ganas de mirar el mar». «¿Por qué?». «Porque me recuerda a mi madre». Volvió a mi mente la frase de Jean Guitton que don Giussani repetía tantas veces: «Razonable es aquel que somete la razón a la experiencia». ¿Pero a qué experiencia se refiere don Giussani? A la de una correspondencia entre una presencia y las exigencias estructurales del corazón.
Felice, Nápoles