Luigi Negri (Foto: Archivo Fraternità di CL)

Luigi Negri y la primera Galilea

Hace un año, el 31 de diciembre, moría el obispo emérito de Ferrara y Comacchio. Un amigo recuerda cómo siguió siempre a don Giussani, su pasión educativa y su amor por la verdad y la libertad

Conocí a Luigi Negri antes de que entrara en el seminario, en unas vacaciones de bachilleres. Me llamó la atención porque nunca había visto a un responsable que se implicara tanto en todo. Allí nació una relación que continuó en la universidad, siendo yo un joven un tanto inseguro mientras él era ayudante del gran maestro de Filosofía Gustavo Bontadini. Negri nos testimonió durante aquellos años la paternidad de don Giussani, se notaba que era hijo y el trabajo que hacía en la Universidad Católica, sacaba adelante los seminarios de Apologética con una pasión que había aprendido en los pupitres del liceo Berchet y que seguía aprendiendo de Giussani, como esa apertura de la razón a todo, su tensión por captar el sentido de todas las cosas.

Luego tuve recibí el don de compartir con Negri dos encuentros decisivos de CL: Viterbo 1977 y Asís 1978. Yo estaba empezando a dar clase y me llamaba la atención lo que estaba pasando entre los profesores del movimiento, por eso me lancé al mundo de la educación, porque me parecía un desafío decisivo. En esos años Negri nos testimonió una mirada apasionada poniendo delante de los profesores «la pasión educativa de don Giussani, su amor por los jóvenes, su amor por la libertad y la responsabilidad personal de cada uno frente al propio destino, su respeto por la singularidad irrepetible de cada hombre y mujer», como señaló el papa Francisco en la audiencia del 15 de octubre. Negri tenía una pasión especial por la libertad, tal como había aprendido de Giussani y la vivía con una tensión especial.

Nuestros caminos se separaron por diversos compromisos, luego volvieron a reunirse en una situación especialmente complicada para mí y me ayudó mucho porque me testimonió una búsqueda libre de la verdad. Para mí fue muy importante, lo descubrí como un verdadero amigo porque a pesar del drama que estaba viviendo no se limitó a darme recomendaciones sobre qué hacer, sino que amando la verdad me hizo amarla yo también.

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Así que hoy, cuando se cumple un año de su subida al cielo, recordarle coincide con hacer memoria de un amigo que vivió eso que el Papa ha llamado la custodia del carisma: Luigi Negri vivió siempre en relación con su primera Galilea, su encuentro con Giussani en el Berchet. Desde el cielo puede acompañarnos para vivir con la misma tensión, siempre dispuestos a seguir el carisma en los rostros en los que hoy se hace presente.
Gianni, Abbiategrasso