Caracas (Foto: Jorge Campos/Unsplash)

Venezuela-Florida. Una amistad sin fronteras

En 2019, Enrico de Gainesville respondió a una petición de sus amigos venezolanos. Toda la comunidad norteamericana se puso en marcha. Un gesto que nunca se ha parado hasta ahora y que supone un testimonio mutuo

A principios de 2019, recibí una llamada de mi amigo venezolano Alejandro. Me preguntó si podía ayudar a sostener a la comunidad venezolana de CL organizando el envío de productos de higiene que más escasean en su país por la dramática situación económica que están viviendo.

Enseguida dije: «Sí, yo me encargo». Decir es signo de que la fraternidad dentro del movimiento es algo real. No tiene límites. Decir sí requiere una gran energía: es una llamada. Decidí contactar con algunos amigos que también conocen a Alejandro y empezamos a organizar algo juntos. Luego llamé a José Medina, que entonces era el responsable del movimiento en EE.UU, para contarle lo que estábamos haciendo y me propuso invitar a todo el movimiento.

La respuesta ha superado todas nuestras expectativas. Literalmente, cientos de personas quisieron participar: familias, grupos de escuela de comunidad y de fraternidad, y personas físicas. Teníamos que recoger una gran cantidad de productos, guardarlos, clasificarlos en cajas, enviarlos y encontrar la manera de repartirlos entre nuestros amigos residentes en varias zonas de Venezuela. Había que realizar todo el proceso de manera legal y debíamos buscar la mejor manera de que los productos llegaran a las casas de nuestros amigos sin perderse por el camino.

Preparando cajas para Venezuela

Hicimos el primer envío en abril de 2019. Los productos llegaron a Venezuela un mes después y se repartieron entre nuestros amigos de allí. Luego nos llegó este mensaje de María desde Venezuela:

«Debemos afrontar los desafíos de la vida cotidiana, cómo conseguir comida, medicamentos y productos de higiene. La mayoría de las veces no logramos encontrar productos esenciales y cuando los encontramos, como escasean tanto, sus precios son extremadamente elevados. Agradezco a nuestros amigos de Estados Unidos que nos hayan enviado estos productos, que además son de una calidad óptima. ¡Este hecho nos sorprende y nos colma de alegría! Una alegría que va mucho más allá de recibir todo esto. Es el gesto lo que despierta esta profunda alegría, colmados de la conciencia de que es Él quien lo ha movido todo, lo ha planificado todo, para mostrarnos Su rostro mediante este gesto. Es un signo de la preferencia que Él tiene por mí».

Este mensaje de María introdujo un aspecto en esta iniciativa en el que no habíamos pensado hasta entonces. Una cosa es estar agradecidos por recibir una ayuda muy necesaria, otra es tener la pobreza de espíritu de reconocer el signo de preferencia que va ligado al gesto.
Desde aquel mes de abril seguimos enviando productos de higiene cada dos meses. Cada vez que el envío llega a su destino recibimos fotos y mensajes preciosos de nuestros amigos de allí, que los reparten con sus amigos y familiares. Esos mensajes testimonian la misma conciencia de preferencia que mostraba María. Son siempre mensajes llenos de alegría, gratitud y sorpresa. Y son un don para nosotros porque nos animan a recuperar esa conciencia. Me impactó especialmente un mensaje de una mujer de Caracas:

«Todo esto es impagable. Me conmueve y me turba una preferencia así, tan llena de gracia. Que haya gente que no conozco que dedique parte de su tiempo a comprar algo que yo necesito y me lo haga llegar sin llegar ni siquiera a ver su rostro… ¿Cómo es posible que hasta ahora solo me conmoviera cuando yo podía hacer algo? Pensaba que es tan hermoso ser amigos así que cuando ellos necesiten algo de mí, yo les ayudaré. ¡Qué egoísmo tan grande, qué ceguera y qué dolor!».

La preferencia de Dios es realmente gratuita. Me precede y me alcanza inesperadamente. Mi no es una condición para recibir este don, pero mi es necesario para aceptarlo.
En abril de 2021 tuvimos un encuentro digital entre amigos de Estados Unidos y de Venezuela, durante el que tuvimos la oportunidad de conocernos un poco mejor y vernos las caras. También estaba Rayne, de El Tocuyo, que estaba confinado por Covid, y conectarse a internet desde su casa resultaba realmente complicado, pero ella quería estar presente, así que se subió al tejado de la casa y desde allí consiguió participar en parte del encuentro y saludarnos a todos.

Somos fieles a esta iniciativa desde hace casi tres años. Cada vez que empezamos los preparativos de un nuevo envío, nos sorprende recibir tantos mensajes de amigos de todo el país dispuestos a colaborar. Siempre nos sorprende recibir la disponibilidad de familias de Miami que reciben los productos y los clasifican en cajas. Siempre sentimos un sobresalto en el corazón cuando Eddie nos manda desde Miami el mensaje: «Cajas entregadas en correos».

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No sabemos durante cuánto tiempo lo podremos seguir haciendo. Mantenemos esta iniciativa libres de cualquier estructura organizativa, y cada vez que se hace, cada uno está llamado a decidir libremente si implicarse o no.
Hay un aspecto sin resolver en medio de todo esto, que es la lucha del pueblo venezolano. Con una aparente contradicción: la certeza de un bien infinito entre nosotros y al mismo tiempo la crudeza de tanta pobreza y dolor. Esto es lo que recibo de nuestros amigos venezolanos con todo esto. Me han testimoniado que esta “contradicción” es justamente el lugar donde el Señor entra en relación conmigo.
Enrico, Gainesville, Florida