(Romain V/Unsplash)

Ucrania. Cada uno a su trabajo

¿Qué tiene que ver la guerra con escribir la tesis? ¿De qué sirve tanto trabajo en comparación con tanto sufrimiento? Sofía decide ir a ver a su tutor y plantearle esta pregunta. La respuesta es totalmente inesperada…

El jueves 24 de febrero me desperté con las noticias de los bombardeos en Ucrania y, en medio del caos generalizado, fui a la universidad como cada día para trabajar en mi tesis. Llevaba varias semanas sintiendo que el trabajo que hacía no tenía sentido. Ante las cosas que pasaban a mi alrededor –grandes o pequeñas– no dejaba de preguntarme: «¿Pero qué utilidad tiene lo que hago? ¿Qué tiene que ver con todo el sufrimiento que me rodea?». El estallido del conflicto agudizó esa sensación de impotencia e insatisfacción, y me parecía insensato escribir cosas que nadie leería nunca.

Al llegar a la universidad, fui a rezar el Ángelus y a la misa de la comunidad de CL pidiendo la paz en Ucrania. De pronto me pareció milagroso, estábamos allí rezando juntos delante de una Presencia. Estando en la iglesia, pensé que en realidad mi tesis ya la está leyendo alguien, mi tutor. Así que decidí pedirle una reunión y fui a su despacho. Empecé pidiéndole disculpas por si lo que le iba a pedir se salía un poco de nuestra relación profesional, y le expuse mi insatisfacción y la impotencia que sentía. No sé si es católico pero su respuesta me sorprendió muchísimo. «Sofía, creo que los grandes cambios del mundo no se producen con grandes revoluciones. Pero creo que el mundo puede cambiar si cada uno asume su tarea, hace lo que está llamado a hacer, ya sea un jefe de Estado, un barrendero o una joven que está escribiendo su tesis».

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Esta respuesta me dejó impactada, no me la esperaba para nada. Me he dado cuenta de que en todas mis acciones, cada vez que me muevo en la realidad, estoy respondiendo a Alguien. Es la única manera de que lo que hago adquiera un sentido: profundizar en mi relación con Aquel que me da las cosas, que solicita continuamente eso que la Escuela de comunidad llama mi libertad, esa exigencia de satisfacción total que nunca me deja tranquila.
Sofia, Milán