Foto Unsplash/Alex Motoc

Ese instante de vida

Sentada en un banco, esperando a un amigo que llegaba tarde. Y, gracias a la mirada de una desconocida, darse cuenta de todo lo que hay alrededor, con toda su novedad

Hace unos días, había quedado a comer con un amigo que llegaba tarde. Normalmente no soporto esta situación: sola, en medio de la gente, esperando a alguien, por lo que estaba un poco incómoda. Así que me senté en un banco al sol. Delante de mí había una persona durmiendo con una sonrisa en la cara que me recordaba al viejo harapiento de una famosa fotografía de Tony Vaccaro. La señora que estaba a mi lado me miró con cara serena. En un momento dado, el hombre abrió los ojos y dijo: «Qué maravilla este sol, qué falta nos hacía».

Sonreí y yo también me abandoné a ese sol pensando: «¡Qué calidez y qué belleza! Gracias». En aquel banco me di cuenta de ese instante de vida que se me daba, que antes también estaba pero no me había dado cuenta. Entonces abrí los ojos y miré lo que tenía alrededor: una mujer de la limpieza pedía desde el balcón a alguien que entrara por la puerta de servicio para no ensuciar la entrada que acababa de limpiar, o un cielo nítido, la silueta de los árboles, etcétera. Durante quince minutos estuve así: con la mirada dominada por una nota positiva que antes no tenía.

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Esa mañana había pedido: «Haz que Te reconozca en acción». Esos pocos minutos fueron como una caricia, y todo por el retraso de un amigo y la mirada de una mujer. Así es como entró la conmoción ante un día de sol que antes también tenía delante, pero no con esa novedad tan imponente. Que luego me permitió recibir a mi amigo contenta y serena.
Maria, Milán