El Papa saluda a los fieles eslovacos (Foto: Matej Ďuriač)

Bratislava. «Nuestro encuentro con Francisco»

Unos se apuntaron como voluntarios del servicio de orden, otros en el coro. Un amanecer espectacular rodeados de niños esperando al Papa. La experiencia de la pequeña comunidad de CL en Eslovaquia

Durante su viaje de regreso de Iraq, el papa Francisco expresó su deseo de visitar Eslovaquia. Una “preferencia” totalmente inesperada, pues Eslovaquia es un país pequeño y tranquilo en el centro de Europa que Juan Pablo II visitó hace 18 años, por lo que fue una gran sorpresa que despertó en nosotros una espera muy especial.
El programa de la visita pastoral preveía además cuatro días, del 12 al 15 de septiembre. Las ciudades elegidas eran Bratislava, donde, aparte de varios encuentros institucionales, el Papa visitaría a las hermanas de la Madre Teresa y a la comunidad judía; Presov, donde quiso reunirse con la comunidad greco-católica que durante el régimen comunista sufrió muchas persecuciones, y en cuyo estadio local el Papa celebró la Santa misa con el rito bizantino; Kosice, donde se encontró con la comunidad romaní que vive en el barrio de Lunik IX, donde los salesianos realizan una gran labor de ayuda, y donde escuchó a los jóvenes eslovacos del este del país, con los que mantuvo un intenso diálogo de preguntas y respuestas, entre las que se abrió paso una invitación ya familiar: «La verdadera originalidad hoy, la verdadera revolución es rebelarse contra la cultura de lo provisorio, es ir más allá del instinto, del instante, es amar para toda la vida y con todo nuestro ser. No estamos aquí para ir tirando, sino para hacer de la vida una acción heroica».

Por último, lo más cercano a nosotros fue el encuentro en Sastin, el 15 de septiembre, donde celebró la Santa misa de clausura de su visita. La fecha y el lugar eran muy significativos. Ese día se celebra la Virgen de los Dolores, patrona de Eslovaquia, y allí está la preciosa basílica dedicada a ella, meta de peregrinaciones anuales con fieles que se acercan desde todo el país, así como grupos de nacionalidad eslovaca que vienen, por ejemplo, desde Hungría, Rumanía y la actual Serbia. En todas las ciudades visitadas, las calles estaban repletas de gente que quería saludar al Papa a su paso, recibido con gran alegría entre la población, incluso entre la no católica, y convertido en el tema principal de las pausas para tomar un café en el trabajo.

Desde el día en que se hizo oficial la fecha de su visita, esta espera nos ha movido para organizar varios encuentros de nuestra comunidad para planificar la manera de participar en el evento del 15 de septiembre en Sastin. Los hijos de algunas familias de nuestra comunidad decidieron apuntarse como voluntarios. La directora de nuestro coro ha sido una de las cien voces que acompañaron la misa con unos cantos preciosos.

Obviamente, había muchas incógnitas, debido sobre todo a la pandemia. Gran parte de la prensa y los medios no solo insistían en decir que era muy arriesgado participar, sino que incluso decía que lo mejor habría sido anular la visita. Pero como vimos en los Ejercicio de la Fraternidad, los obstáculos que nos acompañan en el camino son una ocasión para ir al fondo de uno mismo y de Cristo, pueden ser una oportunidad para ponerme en juego y experimentar así qué es la realidad.

El día 15 salimos en coche de Bratislava a las cuatro de la madrugada para ir a una localidad a las afueras de la capital donde habíamos quedado con nuestros amigos que venían de los alrededores de Bratislava. A las 5:30h llegamos a Sastin, que dista 72 km de Bratislava. A lo largo del camino vimos a muchos voluntarios y policías dirigiendo el tráfico e indicando cómo llegar a las diversas zonas habilitadas para aparcar. Después, fuimos pasando por el detector de metales de las puertas de acceso donde nos sometieron a severos controles y nos impactó ver ya a esas horas, antes del amanecer, a muchísimas familias jóvenes con niños muy pequeños acercándose para ver al Papa. Como pudimos ver en la entrevista que el Santo Padre concedió a la prensa en el vuelo de regreso a Italia, él mismo estaba impactada por la presencia de tantas familias con niños en todas las ciudades que ha visitado entre Hungría y Eslovaquia. En el evento participamos 50.000 personas, más 1.500 voluntarios que colaboraron para que todo saliera perfecto.

Al asignar los puestos se designaron varias áreas divididas por tipología de los grupos: la zona de familias con niños, la de ancianos, la de los no vacunados; de modo que nuestro grupo se tuvo que dividir, pero también eso fue una ocasión. Sobre las 6:30h vimos un amanecer espectacular y la Basílica nos acompañó con el rezo del Rosario, mientras la zona se iba llenando de gente, superando todas las previsiones.
En su homilía, el Papa dijo que «la fe de María es una fe que se pone en camino. Apenas recibido el anuncio del Ángel, se fue rápidamente a visitar y ayudar a Isabel». No se encerró entre cuatro paredes, sintió la exigencia de salir de casa, de ponerse en juego «haciéndose don de amor para el otro». Algo a lo que también nos invita el movimiento.

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Luego el Papa se fue, pero sembró en todos los corazones la confianza en el amor de Cristo. «Cuando vuelve a levantarnos cree en nosotros como la primera vez, no se desanima. Somos nosotros los que nos desanimamos, Él no». La conciencia de que pertenecer a Cristo en la Iglesia no es algo propio de débiles, que no tienen más posibilidades, sino que eso es lo que hace al hombre ser él mismo. «Hoy existen muchas fuerzas disgregadoras, muchos que culpan a todos y todo, amplificadores de negatividad, profesionales de las quejas. No los escuchen, no, porque la queja y el pesimismo no son cristianos, el Señor detesta la tristeza y el victimismo. No estamos hechos para ir mirando el piso, sino para elevar los ojos y mirar al cielo, a los otros y a la sociedad».

Mientras rezábamos en misa con el Papa, supimos que Pier Alberto Bertazzi se moría. Desde allí quisimos acompañarle encomendándoselo a la Virgen dolorosa.
Ahora, recordando esos días, agradecidos por el encuentro con Francisco, nos vienen a la mente estas palabras de don Giussani: «El ideal es esa satisfacción a la que te lanza el corazón, algo infinito que se realiza en cada instante. Como un camino con una gran meta, y tú, caminando, paso a paso, ya la haces presente».
Eva, Matteo, Rosangela, Bratislava (Eslovaquia)