Siempre me ha gustado cantar y, aunque no soy precisamente una “jovencita”, hace unos años decidí apuntarme a una escuela de canto. En julio me ofrecieron la oportunidad de actuar en público en varias veladas antes de la proyección de un cine de verano que se organiza todos los años en mi ciudad. Aproveché la ocasión con otros alumnos y fue una experiencia especialmente hermosa, pero la cosa acabó ahí, y todos contentos.

El lunes por la noche, después de leer la prensa y escuchar las noticias que llegaban de Haití y Afganistán, mientras rezábamos un rosario online, recibí un mensaje de WhatsApp donde mi profesora de canto nos comunicaba que habíamos recibido una remuneración por nuestra actuación. Totalmente sorprendida por aquello, inmediatamente pensé que podía ser la ocasión para destinar esa cantidad a AVSI por la emergencia en Haití.

Le pregunté a mi profesora por la posibilidad de destinar esa bonificación directamente a AVSI, asociación que ella no conocía, pero le pareció muy bien y enseguida lo preparó todo, añadiendo además una contribución suya.

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Este hecho, que seguramente representa una gota en el océano de las necesidades del mundo ha sido para mí, y no solo, la posibilidad de ver que la misericordia llega incluso dentro de estos pequeños detalles, haciéndome ver que la tristeza y la muerte realmente no tienen la última palabra en este mundo.
Laura