Los juegos con los botes

Bachilleres. «Solo nos mueve una presencia»

Después de muchas restricciones y con todas las precauciones necesarias, los bachilleres de Cremona pasan unos días juntos en el Lago de Garda

«Y tú, ¿qué buscas?». La pregunta que lanza Francesca al terminar la presentación del Miguel Mañara de Milosz, con la que dieron comienzo las vacaciones, resonaba en medio del silencio que se generó, debido en parte sin duda al cansancio por la tarde que habían pasado en el lago, pero también por el asombro que suscita la historia de un hombre que no renuncia a ser leal con el deseo de su corazón, de tal modo que renace a través de una serie de encuentros. Hacía dos años que los bachilleres de la comunidad de Cremona, como todos, no nos veíamos para pasar unos días juntos. Por fin, con imprevistos, precauciones, tests, burbujas y toda la documentación necesaria, conseguimos juntarnos en San Felice del Benaco, en el Lago de Garda. En medio del silencio sonó la voz de Giovanni, uno de los profesores que nos acompañaba: «Llevemos en mente esta pregunta durante los próximos días e intentemos vivir a la altura de nuestro corazón».

“No ir tirando, sino vivir”. Este era el título de las vacaciones, y con esta frase comenzó su testimonio Francesco Fadigati, director de la escuela La Traccia de Calcinate, escritor y amigo. «Pensad por un momento en todo lo que habéis vivido realmente. Un momento en el que hayáis dicho: “Sí, este soy yo, existo, me siento vivo y lleno”. ¿Sucedió hace mucho o hace poco?». Vuela el pensamiento hacia la jornada que acaban de pasar, la gran batalla de botes en el lago, los chapuzones, los rostros de los amigos, el paseo entre los olivos. Luego intervino Agnese recordando «cuando me tiré desde el muelle con mis amigas. Ahí no me importaba nada, los problemas y dificultades no existía. Solo estaba yo, por entero, y estaba bien». Francesco respondió compartiendo la experiencia de su vida, su familia, su encuentro con don Pino y con esta compañía capaz de disfrutar la vida a fondo, hasta llegar a descubrir lo más grande. «Gracias a un amigo de mis padres, que venía a ver a mi padre, anclado a una cama por una enfermedad, me di cuenta de que esa vida que tanto buscaba la había tenido siempre delante de mí. Bastaba con abrirle la puerta. No tenía que esforzarme en seguirla, sencillamente debía acogerla». Mientras hablaba, los ojos de todos lo miraban fijamente, fascinados, cautivados por el testimonio de un hombre que vive lo que todos –creo yo– buscamos.

Al día siguiente vino a visitarnos Andrea Mencarelli. Me sorprendió su disponibilidad y sencillez al hablar y responder a las preguntas y provocaciones que le planteaban durante la comida. Por la tarde llegaron los bachilleres de la comunidad de Crema y celebramos una asamblea todos juntos. Surgieron preguntas profundas, las espinas de la vida, el sufrimiento y el dolor, con una honestidad impresionante, sin censuras ni vergüenza. Andrea contaba, explicaba, reflexionaba en silencio durante algunos instantes y, sin buscar respuestas apresuradas ni banales, nos empujaba hacia el fondo de la pregunta, partiendo siempre de la experiencia, que es la única manera posible de relacionarse con la realidad.

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Estos solo fueron algunos momentos clave de estos tres días tan intensos que vivimos juntos, pero también durante los ratos más distendidos podía percibirse, transparente, esa pregunta con que empezó todo. En unos juegos muy participativos que enfrentaron a dos equipos que se entregaron con todas sus habilidades y energías, en los ojos de algunos que se levantaron a las cinco y media de la mañana para ver amanecer, en las misas con el padre Marco, en las partidas de cartas. No dejan de pasar por mi cabeza una serie de fotogramas: Francesco Fadigati tocando la guitarra y cantando con nosotros, la implicación de las chicas que nos explicaron la obra de Milosz, los equipos componiendo sus himnos, el grupo de cantos ensayando, la llegada de los bachilleres de Crema, el rostro de los nuevos, la compañía del padre Marco, el Non nobis que cantamos al terminar… Y pienso que para mí y para algunos otros, a los que nos convocó Laura, otra profesora que nos acompañaba, las vacaciones empezaron antes, mientras las preparábamos. La primera gracia para mí fue la de juntarnos para hacer un trabajo juntos. La mirada y la atención de Laura hacia cada uno de nosotros fue el primer motor de mi implicación en las vacaciones. Siempre nos movemos gracias a ciertas presencias, como hemos podido ver también estos días. Presencias que nos gritan, igual que Jerónima a Miguel, que tenemos un “alma buena”, que estamos hechos para ese deseo infinito que vibra dentro de nosotros.
Anna, Cremona