Ese imprevisto que ya no te deja igual que antes

Para Peter era su primera vez en los Ejercicios de la Fraternidad. Se lleva grabada en su cabeza esa palabra que para Montale es «la única esperanza». Al terminar, va a cenar con los invitados de una ONG que acoge a presos que acaban de salir de la cárcel

Recuerdo los días siguientes a los Ejercicios espirituales de la Fraternidad. Era la primera vez que participaba. No pertenezco a la Fraternidad, pero me invitaron a conectarme online. Esos días me dejaron conmovido. Se habló de la necesidad de un imprevisto, esa necesidad de que Cristo irrumpa en la realidad para no reducir nuestra vida y nuestros problemas a sus antecedentes. Necesitamos un imprevisto que venga a responder a nuestras preguntas.

Nada más terminar los Ejercicios, fui a cenar a “My father’s House” (MFH, La casa de mi padre, ndt.), una ONG que se dedica a la hospitalidad y al apoyo a presos en libertad vigilada. Les alquilan una habitación, les ofrecen compañía y apoyo para conseguir documentación, trabajo, un coche y un domicilio más estable. Su objetivo es ofrecer una nueva esperanza a estos hombres para que puedan volver a retomar su vida. El MFH organiza habitualmente cenas donde invitados y amigos de la organización comen juntos y pasan un buen rato. Yo los conocí de manera imprevista.

Esa noche hablé con David, que me contó su sueño de hacerse escritor de ciencia ficción. Actualmente no puede escribir por las restricciones que le impone la libertad condicional Para escribir cualquier cosa, necesitaría una autorización. Acaba de salir de prisión y probablemente nunca podrá llevar una vida como la mía (al menos a nivel superficial), cuyas perspectivas, aun en el caso de que llegara a conseguirlo, podrían ser muy tristes… ¡es un sueño! Sueña con realizar algo increíble, algo que un día pueda amar, después de todo lo que le ha pasado.
Otro de ellos, Michael, me contó que había pasado un fin de semana fantástico porque se había despertado, y eso ya era una bendición, algo que él no da por descontado.

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Viendo a estos hombres, cuyas circunstancias tan complicadas bien conocemos, que viven tan agradecidos, tan alegres, que mantienen vivos sus sueños, pude reconocer el imprevisto del que había oído hablar en los Ejercicios. ¿Cuántas veces ignoro mis sueños, mis deseos y la belleza de la realidad, porque estoy cansado o molesto, o porque no consigo alguna pequeñez que quiero?
Esto es lo que necesito. Sencillamente me quedo asombrado. ¿Cómo voy a volver a mi trabajo, a mi rutina semanal, a mi casa, como si fuera el mismo de antes?
Peter, Denver (Estados Unidos)