«¡No haría falta nada! Hace falta el presente»

Recuperar las razones para proponer el Happening de Cremona, con la pregunta de estos meses: qué puede hacer que la vida sea vida cuando todo está paralizado. Ha vuelto a arrancar, movido por esa “fiebre de vida” que le hizo nacer

Somos un grupo de amigos de Cremona, de todas las edades. Cada verano proponemos en nuestra ciudad un Happening, un momento de fiesta, encuentro, espectáculos y exposiciones para comunicar a todos lo mejor que hemos encontrado. Después del parón forzoso del año pasado, con el paso de los meses “volvimos a ponernos en marcha” porque el drama de la pandemia, que muchos de nosotros hemos vivido personalmente, también ha sido la ocasión de preguntarnos qué es lo que verdaderamente importa, qué es lo que da esperanza al presente y al futuro. ¿Qué hace que la vida sea verdadera vida cuando todo está paralizado, el trabajo decae y el riesgo de enfermar y morir nos toca de cerca?

Midiéndonos con estas cuestiones, nos dimos cuenta de que la respuesta siempre llega mediante un imprevisto, un encuentro inesperado que vuelve a barajar las cartas. Sobre todo, es algo que uno encuentra en el presente, no en el recuerdo de lo que fue o en las proyecciones del futuro. Como canta Giovanni Lindo Ferretti, «las circunstancias no son favorables, ¿pero cuándo lo son? Haría falta… ¡no haría falta nada! Hace falta lo que hay, hace falta el presente». De ahí hemos partido, del presente.

Durante este año nos hemos encontrado con personas que llevaban en el timbre de su voz, en su manera de mirar la realidad, de vivirlo todo, el signo de una esperanza. Vincularnos a ellos ha sido la consecuencia de un deseo que crecía día tras días, el deseo de vivir con la misma intensidad, el mismo entusiasmo, la misma certeza que veíamos en ellos.

No ha sido nada obvio organizar esta edición, pero hemos vuelto a juntarnos para trabajar, dedicar tiempo y energías para “sacarla de la nada” porque esta fiesta es una alegría, es un pedacito de eternidad y es precioso celebrarla. Es la expresión de lo que nos preocupa, aunque requiere un trabajo. Este año, las limitaciones debidas a la pandemia parecía invitarnos a rebajar el nivel. ¿Quién vendría, quién participaría a distancia, qué podíamos hacer? Las grandes comidas juntos y los conciertos ahora mismo forman parte del recuerdo, ¿de qué hipótesis podíamos partir? Solo de una: tener fe, más que en una fórmula, en una vida que nunca ha dejado de circular entre nosotros, ni un segundo. Mientras tanto, hemos visto que el esfuerzo de reunirnos para imaginar un formato adecuado que respetara las restricciones paradójicamente reavivaba nuestras ganas de hacerlo, de seguir apostando por el hecho de que si Cristo nos cambia ahora, no tenemos nada que perder, solo que ganar, pues del resto ya se encargará Él.
El Happening es otro fruto de nuestra amistad, que toma la forma de una propuesta pública. Es la consecuencia de nuestro encuentro con alguien que afirma, cargado de razones: hay esperanza. Así que decidimos compartir la experiencia de la plaza de los oficios de Turín, la vida de Enzo Piccinini y la cuestión educativa (que abordamos con Ugo Comaschi y con dos directores de centros que hemos conocido en Cremona y que están muy lejos de nuestra historia pero les apasiona su trabajo y el destino de sus alumnos) durante el fin de semana del 5 al 7 de junio.

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El Happening es uno de los muchos frutos que la comunidad del movimiento en Cremona puede reconocer en el centenario del nacimiento de don Giussani. El hecho de que entre nosotros haya amigos que todavía sientan el ardor y la audacia necesarios para proponer algo así a toda la ciudad nace del mismo entusiasmo que, hace casi treinta años, puso en marcha a dos amigas nuestras recién graduadas para poner delante de todos esta “fiebre de vida” que se les contagió en la universidad. Mediante la sencillez de un gesto como el Happening, se repite el milagro que esperamos cada día, como canta Cocagnac: «Aparecerá con su esplendor el Señor de la humanidad. Es el alba que esperáis en medio de la oscuridad. Como un niño en el desierto de la ciudad, el Dios de toda bondad». Para nosotros (y para todos), la libertad de reconocer y vivir lo que el Misterio nos vuelve a proponer para no vivir atenazados por la nada o por el miedo.
Los amigos del Happening de Cremona