La portada de la edición japonesa de "Un brillo en los ojos"

La aventura del “brillo” en japonés

Marcia acaba de terminar la traducción del libro de Carrón, un trabajo largo y complicado que la ha obligado a ir hasta el fondo de lo que decía el texto. Pero ha valido la pena… aunque solo lo leyera una persona

¡Por fin hemos conseguido entregar la traducción de Un brillo en los ojos! Ha hecho falta más de un año de trabajo porque, como con todos los textos, hemos tenido que pasar por varias fases. Primero, la traducción, lo más literal posible, que he hecho yo; luego Sako tenía que intentar hacer que el lenguaje resultara lo más familiar posible para los japoneses, y corregir los términos menos adecuados. Luego volví a leerlo para comprobar que el significado no había cambiado y después se lo propusimos a nuestro grupo de Escuela de comunidad.
Trabajando juntos sobre el texto, las preguntas y dudas que iban surgiendo, la ayuda de los sacerdotes italianos, todos eran elementos muy valiosos para mejorar la traducción con los términos más apropiados. Un trabajo duro que exige mucha paciencia, pero que hago por obediencia a mi historia, a mi vocación, pues soy consciente de mi incapacidad e inadecuación. Sin embargo, todo esto me ha puesto delante del texto con una postura de petición al Espíritu Santo, a Jesús, a don Giussani, a Carrón. Muchas veces me descubro “dialogando” con ellos: ¿qué significa lo que dicen aquí? ¿Está bien esto? ¿Cómo hay que traducirlo? En definitiva, hacer este trabajo es una gran gracia porque el japonés es un idioma muy distinto del italiano y es imposible traducir algo sin ir al fondo de lo que dice.

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Aunque la traducción fuera solo para Sako, valdría la pena, pero he visto a mucha gente entusiasmada con el texto, diciendo cuánto les ayudaba a vivir su vida cotidiana. Dada la importancia del texto, Sako ha pensado enviárselo a todos los obispos y congregaciones religiosas entre otros, como hacemos con la revista Huellas en japonés. No sabemos cuántos lo leerán, pero que todo sea para mayor gloria del Señor.
Marcia, Japón