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Fraternidad 2021. «Quien ama no necesita que se lo pidan»

Un pequeño grupo de amigos sigue los Ejercicios en una parroquia. Al cabo de tres días, el sacerdote que les acoge, les escribe dándoles las gracias. «Rezo para que podáis llevar a todos la esperanza que no defrauda»

Con un pequeño grupo de amigos, entre ellos alguno que nunca había estado en los Ejercicios de la Fraternidad y alguno que había participado por última vez hace varios años, pudimos seguir juntos las lecciones gracias a la hospitalidad de una parroquia que nos permitía hacerlo garantizando el respeto de todas las normas y medidas de protección necesarias. El sacerdote no es del movimiento pero estuvo disponible toda la tarde del sábado para confesar y para celebrar un momento de oración y adoración eucarística en la capilla. El domingo recibimos esta carta suya.

«Queridos amigos, os agradezco de corazón el testimonio que habéis dado estos días de Ejercicios espirituales. Estamos encantados de haberos podido ofrecer nuestras instalaciones, aunque siento no haberos podido dar una acogida más “cálida”. Lamentablemente, como sabéis, los locales llevan meses cerrados debido a la pandemia. Esperamos poder retomar pronto nuestras actividades educativas. Vuestra contribución servirá para nuestro compromiso educativo en favor de niños, adolescentes y jóvenes para que siga viva, generación tras generación, el relato de este hecho que ha cambiado nuestra vida para siempre: el encuentro con la persona de Jesucristo. Rezo por vosotros para que podáis llevar a cada persona con que os encontréis la esperanza que no defrauda: Cristo resucitado. Nuestro querido Papa emérito, Benedicto XVI, al concluir un congreso en Verona pedía a todos los creyentes ser testigos de esto: “Llevad al mundo la esperanza de Dios, que es Cristo nuestro Señor, que resucitó de entre los muertos, que vive y reina por los siglos de los siglos”.

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Ahora, este anuncio extraordinario de la Pascua de Cristo se confía a nuestra frágil humanidad. Esperemos poder volver a acogeros, en un momento más favorable y en mejores condiciones. Estoy seguro de que todos nos sentimos parte de la misma comunidad, la Iglesia. Quien ama no necesita que se lo pidan… Se pone a servir porque cree que solo caminando juntos se puede recuperar la certeza de encontrarse con el rostro de Cristo. Recordaréis la experiencia de Tomás: cuando se separa de la experiencia de los once solo es capaz de pronunciar palabras de duda: “no lo creo” (Jn 20,19-25). Solo en la fraternidad, la fe se fortalece, crece y da fruto».
Armando, Cantù (Como)