Hace falta coraje para buscar la felicidad

Bice siguió el Triduo Pascual de bachilleres. El atractivo por lo que escuchó y las preguntas y deseos que surgen. «Si vuelvo a vivir a merced del miedo y del dolor, recordará cómo he renacido estos días»

Se habla mucho de apatía entre los jóvenes, pero por alguna razón nos hemos conectado muchos al Triduo de bachilleres, a pesar de que suponía volver a estar conectados delante de una pantalla sin nuestros amigos al lado. Hay algo que nos empuja a ello, un deseo que actúa inconscientemente, que nos lleva a buscar el “bien”. No nos conectamos porque alguien nos obligue. Todos estamos en la misma barca, remando en busca de la felicidad, aunque parezca que estamos perdiendo fuerza y confianza. El jueves me sentía comprendida escuchando los testimonios.

Pero estoy tratando de entender si es verdad que esta circunstancia tan complicada de la pandemia puede ser una oportunidad para redescubrir mi humanidad, porque a veces solo siento que me estoy hundiendo. Pensando en lo que decía Carrón cuando hablaba de la búsqueda de algo lleno de vida que a su vez llene también nuestra vida, comprendo que debo prestar más atención a aquello que lo merece, redimensionando otras cosas a las que quizá doy un peso desproporcionado.

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Estoy empezando a entender por fin que a mi alrededor hay una vida llena de alegría, y también dentro de mí, y que es algo que viene de fuera. Tal vez la búsqueda de la felicidad sea una cuestión de coraje. El jueves me fui a dormir pensando en esta frase de Juan Pablo II: «¡no tengáis miedo!». Si en el futuro vuelvo a sentirme a merced del miedo y del dolor, intentaré recordar cómo renací durante el Triduo, y que si entonces fue posible, lo será siempre.
Bice