Argentina. ¿Los pobres? «Una mano tendida a nosotros»

Con las familias del barrio San Miguel. Así es como la comunidad de CL de Maschwitz ha vivido la IV Jornada mundial de los pobres. Más que un gesto de filantropía, una verdadera fiesta. Con "los santos de a lado"

Unos días antes de la llegada de la jornada mundial de los pobres a la que nos llama Francisco, entre los amigos que vivimos la experiencia de CL en Maschwitz comenzamos a preguntarnos cómo vivir esta invitación.
Durante este año después de mucho tiempo de buscar juntos un gesto de caritativa estable, en las circunstancias menos adecuadas, habíamos entablado una relación de amistad con una familia del barrio San Miguel cercano a nuestras casas. Este barrio ha signado una y otra vez nuestra apertura maravillada hacia los pobres, sus dramas y las heridas que nos recuerdan. Particularmente nos llevó allí la amistad con nuestro Esteban Róbalo, fallecido hace ya 5 años, mendigo en la parroquia y un verdadero ángel para nosotros. Por él conocimos el barrio y continuamos visitándolo por la amistad con su familia.

Esta vez, y gracias a la amistad con Liz -con quien cantamos juntos en el coro de las misas-, nos invitó su familia. María y César son de estas personas a las que Francisco llama los santos “de la puerta de al lado: «aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios», pero de los que nadie habla”.
Con María a la cabeza durante este año hemos realizado ollas populares todas las veces en que el Covid nos dejó. Han sido encuentros donde hemos podido ponernos a disposición de personas cercanas que están pasando por momentos de dificultad para llevar el pan a su mesa. Muchos amigos han participado de distintas maneras, siempre finalizando la cocción de los alimentos y sirviendo los platos “para llevar” en casa de esta familia y de algunos amigos de ella que se ponían a disposición.

¿Cómo podíamos vivir la “jornada de mundial de los pobres” sin colocarnos en posiciones de dadores ricos y recibidores pobres? Hemos conversado esto en un encuentro previo cargado de la expresión de dones y temperamentos de nuestra amistad. Llegamos en ese momento a una primera conclusión: queríamos hacer una fiesta con nuestros amigos, los santos “de la puerta de al lado” (fiesta que tendría que ser acotada por restricciones a causa de la pandemia), y luego continuarla como resultara mejor dadas las circunstancias.
María, César y su familia aceptaron la invitación y nos propusieron continuar la jornada visitando para la merienda a varias familias del barrio que le venían pidiendo compañía. Llevaríamos una torta para compartir y una imagen de la Virgen como signo visible de nuestra pertenencia a una misma comunidad.



Llegó el domingo 15 y nos juntamos en casa de Lalo y Rosi para festejar con un rico asado, y unos lindos cantos. Luego nos preparamos para salir a compartir con las familias que nos esperaban. Ya desde el inicio una cosa era clara: el día había comenzado con una fiesta porque la vida y la amistad son un don, María nos lo recuerda cada vez que intercambiamos un mensaje. Nosotros íbamos a compartir estos dones, a llevar esa certeza que habita nuestras conciencias de Hijos Amados.

Nos dijimos: «Es en la comunión entre nosotros, los creyentes, como se expresa el Espíritu, por eso hacemos este gesto juntos. Y es en nuestra unidad en cuanto estamos unidos al obispo de Roma como se asegura nuestra pertenencia al Cristo real no a nuestra idea de Él. Esta es la primera razón que nos mueve a seguir los gestos que nos propone Francisco como gestos de unidad. Una unidad que no busca “demostrar fuerzas”, sino que es motivo educativo para ayudarnos a volver nuestra mirada a su Acontecimiento».
Compartimos también parte del mensaje de Francisco y rezamos a la Virgen pidiéndole que «transforme la mano tendida –nuestro gesto- en un abrazo de comunión».

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Llegados al barrio nos dividimos en tres grupos porque teníamos que visitar a 12 familias y así podríamos llegar a ver a todos. ¿Qué encontramos? Ante todo personas abiertas, deseosas de recibir para compartir. Personas vulnerables, disponibles a dialogar, a ser comprendidas, abrazadas. La mayoría personas de nacionalidad paraguaya (como César y su familia), gente de trabajo con historias de esfuerzo y con heridas profundas, pero también con una religiosidad muy arraigada y sorprendente. Han sido encuentros sencillos, de mucha libertad y gratitud, en los que no prevaleció ninguna pretensión, porque Francisco nos había pedido «que no hiciéramos pesar nuestra presencia».
Hemos sido alegrados por sus sonrisas y nos hemos conmovido por sus dolores.

Fue un día cargado de encuentros que nos han permitido acompañar la pasión de nuestra amiga María. La jornada terminó con la conciencia de un paso de profundización en la amistad con su familia y con aquellos que el Señor pone en su camino. Dimos otro paso en el camino a «la conciencia de lo mucho que necesitamos, nosotros los primeros, de una mano tendida…»
Carolina y Guillermo, Maschwitz (Buenos Aires, Argentina)