Velas tras las ventanas del monasterio de Gualdo Tadino.

«Somos hijas, no estamos solas»

Un monasterio de Gualdo Tadino, en la Umbría italiana, tiene a todas sus monjas contagiadas por el Covid. Un pueblo entero se moviliza para ayudarlas y se encuentra con un signo de esperanza que ilumina a toda la ciudad

En mi ciudad hay un instituto de monjas oblatas del Niño Jesús que con el paso de los años ha educado a generaciones enteras en su escuela. Hace unos años entramos en relación con ellas gracias al Banco de Solidaridad y nació una hermosa amistad.

La semana pasada recibí una llamada de la superiora pidiéndome ayuda alimentaria urgente para el monasterio. Todas se habían contagiado de Covid y estaban aisladas, sin poder salir. Nos movilizamos enseguida y, en los días siguiente, gracias al boca a boca mucha gente colaboró.

Todas las monjas, salvo alguna excepción, superan los 85 años y lo primer que pensé fue cómo podrían salir de una situación tan complicada como esta, dada su avanzada edad, y quién las podría ayudar. Pero lo que más me ha sorprendido ha sido su valentía, su mirada llena de certeza, ahora aún más que nunca. He vuelto a hablar por teléfono con algunas de ellas y les preguntaba qué les permite vivir este momento de tanto sufrimiento. «Mira, nosotras estamos encerradas en nuestras celdas, pero no estamos solas, somos sus hijas, toda nuestra vida es para Él y estamos en sus manos. Al Señor tampoco se le ahorró pasar por la cruz. Solo la relación con Jesús puede permitirnos vivir lo que está sucediendo, igual que Él pudo vivir su Pasión gracias a la relación que tenía con el Padre».

Eso es lo que significa para nosotros ser hijos. En estas hermanas he podido ver lo mismo que decimos siempre, es decir, que la experiencia de paternidad es algo que vivimos ahora, es verdadera ahora, en la circunstancia que vivimos, dentro de una relación presente, y no es una cuestión de edad.

LEE TAMBIÉN – Salvados de la “Bestia”

Su testimonio ha llegado a toda la ciudad cuando un día, al caer la noche, de repente, en la fachada del monasterio, situado en el centro histórico y visible desde cualquier punto de la ciudad, las ventanas se iluminaron con velas encendidas, indicando las celdas donde las monjas viven su lucha contra el virus. Un signo de esperanza para todos, justo ahora, cuando más lo necesitamos.
Peppe, Gualdo Tadino (Perugia, Italia)