Yo también estoy en cuarentena. Voy por el trigésimo día después de la segunda prueba que le hicieron a mi hija. Con varias clases y compañeros ya en cuarentena. Y una alumna positiva en mi clase. Los chavales estaban ansiosos porque ella lo contó por teléfono. Nada más entrar en clase me di cuenta de que había que hablar de esto. La comunicación oficial llegó durante la hora de clase, por el coordinador Covid. Todos los que habíamos pasado por esa clase teníamos que mantenernos alejados del centro, alumnos y profesores. Entre los chavales, algunos hacían preguntas, otros casi saltaban de alegría.

Una chica se echó a llorar. Me acerqué a ella mientras todos sacaban sus teléfonos para llamar a sus padres para que fueran a buscarles. Le preocupaba la salud de su madre y su hermana pequeña. Su padre las había abandonado hacía un tiempo. La animé como pude, le dije que podían pedir ayuda a algún vecino y que si hacía falta podían ponerse en contacto conmigo. Un alumno autista nos arrancó una sonrisa a todos al despedirse con un grito: «¡Profe, distantes pero unidos!». Por la tarde recibí un mensaje de esta alumna: «Hola profe, quería darle las gracias por sus palabras esta mañana. Me han animado y he entendido que hay que pensar de manera positiva. Mi madre me ha asegurado que saldremos de esta y que pediremos ayuda a vecinos y amigos. Buen día, profe».

LEE TAMBIÉN – Educación. «Un torbellino al que poder mirar»

Si el miedo y la incertidumbre no han conseguido agobiarme, ha sido solo porque aún tenía en los ojos lo que vi en la Jornada de apertura de curso de los adultos y en la de bachilleres, en el rostro de Carrón y en el de don Giussani en el video que se publicó en el Instagram de CL por su cumpleaños, el rostro de Marcelino… Y la alegría de recibir un mensaje de Giacomo, un bachiller de segundo, después de la jornada de apertura de curso: «Me ha impactado especialmente la canción Favola y las palabras de Carrón sobre la incertidumbre. De hecho, aunque vivimos sin saber nunca lo que nos puede pasar, no debemos tener miedo porque siempre “hay alguien contigo”. Este alguien puede ser Jesús pero también un amigo, un familiar, hasta una persona que se conoce poco pero que de todas formas está contigo. Me ha ayudado a entender que las cosas de la vida no hay que afrontarlas nunca solos, sino juntos». Solo ves lo que admiras.
Maura, Arezzo (Italia)