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«Una compañía para sostener mi sí»

El ingreso en el hospital, la terapia… Y de por medio la Jornada de apertura de curso y ciertas lecturas. Una relación que también «ven los que están alrededor»

Estoy esperando la prueba histológica que debería confirmar si la operación que me han hecho me ha liberado definitivamente de mi tumor, pero en general estoy bien. «Seamos amigos con esta tensión de sostenernos en el “sí” que cada uno está llamado a decir a Cristo, llevando en el corazón el destino unos de otros». Estas palabras con las que terminó la Jornada de apertura de curso bastarían para despertar nuestra conciencia, para recordarnos la gracia de este camino que acompaña nuestra vida. La relación con el Padre, como nos recordaba el capítulo quinto de Un brillo en los ojos, pasa también por las cosas dolorosas que nos pasan. De hecho, la concreción de la vida, cuanto más nos cuesta, más desnuda la verdad de nuestra vida.

En el hospital me leí Testigo de excepción, de Ignacio Carbajosa, un experto en Sagrada Escritura que se vio catapultado a la vorágine de un hospital Covid, desconcertado por el dolor que preñaba la realidad en esta nueva experiencia, descubriendo así la única relación que nos salva: la que tenemos con el Padre.

Estos días también he aprendido, como dice Carrón, que la relación con el Padre no se sostiene si no vemos al Hijo. Cristo también se me ha manifestado estos días mediante amigos que no me han quitado el sufrimiento físico pero han sostenido mi “sí”.

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Y es lo ven los que están alrededor, como mis compañeros de habitación en el hospital, con los que diría que ha nacido una amistad que ha puesto al desnudo nuestra humanidad, con la sencillez de salir al encuentro de nuestros deseos más profundos o de regalarles el último número de Huellas como manera de contarles qué es lo que me sostiene en la vida. Te das cuenta de que somos unos privilegiados por habernos encontrado con esta compañía en medio de una sociedad que verdaderamente está invadida por la nada.
Norberto, Gubbio (Perugia)