Zoom reabre la partida

Su madre está grave en el hospital, pero una velada de cantos con los bachilleres remueve su resignación, «a pesar de que estos chavales, aparentemente, no tienen nada que ver conmigo»

Durante dos domingos, un grupo de casi noventa bachilleres de varias ciudades de Italia se han conectado por Zoom para pasar juntos una tarde de cantos. Todo surgió casi como un desafío a partir de un grupo de adultos que acompañan a los bachilleres de Imola, intentando no rendirse ante el bloqueo que la realidad imponía. Al principio, se lo propusimos a los chicos sin esperar mucho éxito.

En cambio, la primera sorpresa fue precisamente la respuesta que obtuvimos, una adhesión inmediata llena de propuestas y disponibilidad. Así dio comienzo una serie de encuentros, siempre por Zoom, para preparar este momento donde lo más sorprendente era sobre todo la atención que cada uno prestaba a los detalles: la elección de los cantos, la escaleta, el comentario de la letra contando lo que más les llamaba la atención. Hasta la decisión de proyectar algunos fragmentos de las películas de El señor de los anillos y Cadena perpetua que ayudaban a expresar la experiencia que cada uno estaba viviendo y el deseo de compartir lo que nos preocupa.

Y digo nos porque creo que el primer fruto ha sido precisamente la amistad inesperada que ha surgido entre nosotros, adultos y bachilleres juntos, testimoniando cada uno lo que nos permite vivir algo tan esencial como lo que estamos viviendo estos días y de lo que realmente ya no podríamos prescindir.

Al día siguiente, una chica que se había conectado porque la habían invitado unos amigos pero no sabía nada de lo que era aquello nos escribió: «Ese video me hecho mucho bien al corazón. Enseguida vi que estaba pasando algo hermoso, con todo el compromiso que lleva detrás. Me he sentido preferida porque haya alguien que se tome tantas molestias para poner en pie algo tan grande para mí. Estoy verdaderamente agradecida a cada uno de vosotros por lo que habéis hecho y por sentirme tan preferida».

Y yo, que me encuentro viviendo una experiencia muy dolorosa porque mi madre está ingresada en estado grave, descubro que decir “sí” a estos chavales, “sí” a la realidad que se me presenta, es mucho más razonable que enfadarse o resignarse por la situación, pero además esto te permite mirarlo todo como una gran oportunidad para verle a Él en acción. Creo que este ha sido el motivo por el que, cuando la situación de mi madre empezó a empeorar dramáticamente y yo sentía todo el peso de mi impotencia para poder hacer algo por ella, me salió de manera espontánea pedir a los bachilleres que rezaran por ella y la recordaran en el Rosario que rezan todas las tardes a las siete, conectados por Zoom.

Luego me acordé de nuestra amiga Cristiana de Bolonia, a la que cardenal Zuppi pidió repartir la Comunión en la planta de Covid del hospital Rizzoli y me dije que tal vez había alguien haciendo lo mismo por mi madre. Al principio parecía casi imposible, pero al final, de acuerdo con el personal médico, logramos un permiso para que pudiera entrar el capellán del hospital, que le llevó la unción de enfermos y nos contó que ella incluso intentó santiguarse.

LEE TAMBIÉN – La reanudación de lo humano

Esto me ha hecho ver realmente que solo en el momento en que nos implicamos y le dejamos espacio para que actúe, Él finalmente puede manifestarse y actuar mediante la gracia que es la Iglesia, compañía de Dios a los hombres. La mayor sorpresa es la posibilidad de poder experimentar yo también esta compañía a través de chavales de 15-18 años con los que ahora, todas las mañanas, a las 7:30h, nos conectamos para rezar laudes y por la tarde, el rosario. Chavales que, aparentemente, no tienen nada que ver conmigo.
Anna Maria, Imola