El barrio de Jardim Peri, en São Paulo

Brasil. Aprender a ser un humilde siervo

Retomar la caritativa cuando ya no se es joven, sino adultos. Olívio ofrece su disponibilidad y conoce, en la periferia de São Paulo, a sor Humilde y su congregación. Y descubre, de forma sencilla, «la ley del Ser»

La indicación era muy clara: para vivir plenamente el carisma de don Giussani teníamos que retomar personalmente la experiencia de la caritativa. Ahora, sin embargo, ya no de jóvenes, sino siendo adultos. ¿Verdaderamente era posible hacer algo así ahora, con todas nuestras responsabilidades familiares y profesionales? No obstante, hay momentos puntuales en nuestra vida en los que, de repente, se despierta un ímpetu, una certeza, una decisión para la existencia que nos hace seguir adelante. De esta forma, en ese momento, me sentí llamado en primera persona y enseguida di mi disponibilidad para ir a conocer a un grupo que recibía los alimentos recogidos durante nuestra Recogida de alimentos: la "Congregación de los humildes siervos de la Reina del Amor", con sede en Jardim Peri, en la zona norte de São Paulo.

Llamamos al timbre de la "Casa de María" y sor Humilde nos recibió con sus formas habituales... humildemente. Dice el refrán que «la primera impresión es la que queda», y al visitar las aulas me quedé impactado por el amor que se percibía, aun con la sencillez de esos espacios. ¡Verdaderamente este es un lugar donde se ama! El juicio que surgía era aún más incisivo: no intentes organizar nada, no hagas nada por tu cuenta, solo ponte totalmente al servicio, haciendo lo que se te pida. Y así, junto a un grupo de amigos del movimiento, empezamos por las tareas más sencillas: cepillar y pintar la estructura del tejado, limpiar las cajas donde se almacenan los alimentos recogidos, ocuparnos del mantenimiento del tobogán de la guardería, preparar los deberes para los niños y mucho más.

Ya que se nos pidió encargarnos del mantenimiento pero estábamos sin herramientas, propusimos lanzar una "campaña de herramientas". Luego, cuando se nos pidió ayudar a los chavales con los entrenamientos de fútbol, ya que no tenían zapatillas, lanzamos la "campaña de zapatillas", pidiendo ayuda también a los amigos del movimiento y compañeros de trabajo.

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Cada sábado, mientras trabajamos, escuchamos la historia de la vida de la hermana que nos acompañe ese día: de dónde viene, qué la cautivó de esta congregación, cómo vive su día a día. Si está realmente contenta con su camino… Y sí, se ve claramente en su sonrisa, amplia e inocente, de una ingenuidad que no es de este mundo, porque estas monjas son capaces de dar vida a una obra grande, un punto de referencia para todo el barrio. Con los años, nos hemos hecho amigos de estas hermanas y hermanos, y poco a poco estamos aprendiendo que no es de ingenuos confiar totalmente en el Señor, que es una excesiva sencillez creer que Él cuida de cada uno de nosotros, tal y como cuida de Yuri, un alumno que padece una grave enfermedad neurológica y que ha sido acogido por las hermanas. Estamos aprendiendo de forma sencilla y muy bonita que la caridad es, de hecho, la ley del Ser.
Olívio, São Paulo (Brasil)