La peregrinación Macerata-Loreto 2019

Macerata-Loreto. Una roca para el mundo

Ya son 41 las ediciones de la peregrinación nocturna entre estas dos ciudades, que han reunido este fin de semana a cien mil personas. La espera, las palabras del Papa, el camino. Y el descubrimiento, paso a paso, de una tarea que comienza

«Hacer en una noche lo que hacemos durante toda la vida, peregrinar es caminar, seguir adelante». Con estas palabras, el papa Francisco nos indicó los pasos para la peregrinación Macerata-Loreto, durante la noche del 8 al 9 de junio. Con un lema profético en su 41ª edición, “Ya no estarás nunca solo”.

Fue conmovedor cuando el Papa telefoneó a los cien mil peregrinos dispuestos a ponerse en camino. Una llamada importante, por la sencillez de su mensaje pero también, sobre todo, por el tono de gran amistad y familiaridad de las palabras de Francisco, como señaló después monseñor Giancarlo Vecerrica, obispo emérito de Fabriano-Matelica, uno de los promotores iniciales de esta peregrinación que aún sigue siendo uno de sus protagonistas.



El gesto de amistad del Papa fue decisivo, nos desafió a vivir la certeza de esa Presencia que es la única que sabe tomar en serio la pregunta que nace de la soledad y que genera una compañía para la vida. La sencillez de Francisco planteó el horizonte y la razón de la peregrinación: vivir el camino, como ya dijo san Juan Pablo II, como metáfora de la vida.

Fue fascinante descubrir en el propio gesto nocturno y en la fatiga que comportaba que el esfuerzo personal por sí solo no resiste ante las dificultades, que Jesús nos acompaña a cada paso del camino. Era la primera forma de verificar la verdad del lema, sorprenderse acompañados por una Presencia más atenta y vigilante de lo que nosotros somos capaces.

Al mismo tiempo, y sin solución de continuidad, cada uno fue descubriendo el camino el valor de la compañía con los que tenía al lado en la peregrinación, en gestos sencillos como compartir una botella de agua, animarse cuando a lo largo de la noche dan ganas de abandonar, o reclamarse mutuamente la atención en la oración… Cada uno pudo verificar personalmente el valor que tiene para él la compañía, si es un mero estar juntos o bien es el espacio de humanidad con el que Dios se ocupa de ti.

La peregrinación de este año nos invitaba a preguntarnos si es verdad que nuestra compañía vence la soledad, si en este mundo donde todo se derrumba la compañía cristiana puede ser una roca donde uno puede apoyarse. Una pregunta más importante que nunca, porque va al corazón de la compañía cristiana que, sin Cristo, acaba convirtiéndose en un contexto vacío.



Este es el otro gran valor de este gesto de pueblo. En todo momento solicita la memoria del fundamento de la compañía cristiana. En todo, desde los cantos a las oraciones, hay que darse razones del camino, reclamando a Cristo, indicando que la vida vale cuando uno pertenece a Jesús. Así lo testimoniaron de manera fascinante Tilli, de Túnez, y Gionata, de Florencia, así como algunos presos que pudieron acompañarnos en el camino. Todos testimoniaron que con Cristo se puede vivir todo intensamente. También lo testimonió el cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia y guía de los obispos italianos, afirmando sin medias tintas que solo esta memoria de Cristo reforzada por el Espíritu Santo puede llevar el amor a todas partes.

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Justo aquí radica el esfuerzo de los cien mil peregrinos: convertirse para el mundo en testigos del papa Francisco, llevando a todas partes la mirada amorosa que él transmite, la mirada de Jesús.

Por eso, la peregrinación no acaba en Loreto. De hecho, parece más bien que allí es donde empieza, abriéndose al mundo entero, a todos los hombres que hoy, más que nunca, necesitan encontrar una amistad verdadera donde poder reencontrarse consigo mismos, donde poder vivir por fin a la altura del deseo de felicidad de su corazón.
Gianni, Abbiategrasso