La exposición sobre el metropolita Antoni de Suroz en Oxford

Oxford. El retorno del Metropolita

Un deseo tomado en serio y un pequeño pueblo que se moviliza para secundarlo. Así es como la exposición del Meeting ha llevado al obispo ruso hasta los lugares donde predicó. Y así es como ha vuelto a generar algo nuevo

Tras la celebración del London Encounter del pasado 3 de noviembre, la muestra sobre el metropolita Antoni de Suroz, “Para mí vivir es Cristo” (realizada para el Meeting de Rímini en 2015) se expuso durante una semana en Oxford, en la House of St. Gregory and St. Macrina, uno de los emblemas del ecumenismo en Inglaterra. La presentó un grupo de universitarios católicos y ortodoxos, al que pertenezco. Poder recorrer la historia del metropolita en los lugares en que vivió y predicó ha sido algo especialmente conmovedor. Todos nos hemos dado cuenta de que esta exposición tiene algo excepcional. La gente que la ve y la que la guía siempre acaba diciendo que se ha sentido profundamente tocada. «El encuentro es siempre una alegría, porque todo encuentro viene de Dio», decía Antoni. Vivir al lado del metropolita mediante la forma concreta de esta exposición ha sido una continua apertura a esta dinámica: la alegría y la plenitud que se siente al encontrarse de verdad con otra persona.

Esta circunstancia nos ha permitido encontrarnos con gente realmente diversa. Por un lado estábamos nosotros, los oxonienses, un grupo de amigos católicos y ortodoxos que nos reunimos los domingos para leer juntos el Evangelio y compartir la experiencia de la semana. Luego estaban los amigos de CL de Londres, con los que preparamos la exposición para el London Encounter. Y por último, los comisarios de la exposición, ortodoxos de CL, procedentes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania.

La conferencia sobre el Metropolita en Oxford

No han faltado los problemas. Por un lado, los londinenses no conocían la figura del metropolita, al principio no entendían bien qué podía tener que ver su figura con un encuentro organizado por católicos. Por otro, los ortodoxos de Oxford no comprendían todo ese interés por parte de los católicos hacia una figura tan querida para ellos y, en su opinión, ya suficientemente conocida. Finalmente, los comisarios, que nadie sabía muy bien por dónde andaban. Pero lo cierto es que la exposición llegó a Inglaterra y todas estas personas tan diferentes por fin se encontraron. ¡Y qué maravilla! Según palabras de uno de los voluntarios, «es como estar en una fiesta continua de humanidad».

La exposición fue corazón y escenario de varios encuentros. Visitas guiadas personalizadas entre los libros de la House of St. Gregory; la dulce voz de Avril Pyman, biógrafa del metropolita que nos leyó algunos fragmentos de sus memorias; el sonido de los versos del poeta bielorruso Dmitri Strotsev; una velada donde los del movimiento de Londres cantaron para los amigos de Oxford (creo que nunca he visto tantos ojos maravillados y al mismo tiempo alegres como aquella noche…). Al final, el sábado 10 de noviembre se cerró la exposición con una conferencia académica sobre el metropolita Antoni titulada Encounter and the Experience of Freedom, un título que no podíamos dar por descontado si nos fijamos en la experiencia más reciente de la Iglesia ortodoxa, pero que realmente nos permitió relacionarnos hoy con el metropolita y plantear al menos la pregunta sobre cuál es su herencia para el cristianismo del siglo XXI.

Un momento de convivencia en la House of St. Gregory

Personalmente, lo que me quedo de toda esta aventura y lo que más me acompaña estos días, ahora que todo en cierto sentido ha terminado, es la conciencia de lo grandes que pueden llegar a ser las cosas si somos sinceros y serios con nuestro propio deseo. Mi deseo era el de invitar a mis amigos ucranianos, rusos y bielorrusos a Inglaterra para que pudieran ver lo que yo vivo. ¿Pero quién podía prever que un pueblo tan pequeño se movería de esta manera para satisfacer este deseo? ¿Quién habría podido imaginar que este pueblo, cada una de las personas que se ha acercado a esta muestra, se fascinaría así por la propuesta de humanidad que estaba en su origen? Pero el caso es que todos aquellos que entraban para estar tan solo un minuto, terminaban quedándose hasta después de cenar para regresar al día siguiente llenos de curiosidad por lo que estaba pasando en la House of St. Gregory.
Constanta, Oxford