Soulaiman y Jean-François en el Santuario de la conversión de San Pablo

Soulaiman, don Giussani y la apertura de curso en Damasco

Jean-François Thiry, de la Biblioteca del Espíritu, se reencuentra con el amigo sirio que conoció en Rusia. Para él, toda ocasión es buena para conocer mejor el movimiento y proponerlo a sus amigos. A los que invita a escuchar una voz grabada en el 68…

Desde que regresó a Siria en 2015, después de conocer el movimiento en Italia y en Rusia, Soulaiman no ha tenido una vida fácil… De hecho, la pasada primavera todavía llovían casi 300 bombas al día.
Pero para este amigo mío médico parece que ninguna circunstancia puede acallar la petición de su corazón. Ni la distancia ni el sufrimiento. Espera y aprovecha cada ocasión para conocer mejor el encuentro que ha tenido con nuestra compañía: un amigo de la Asociación pro Tierra Santa (ATS) que pasa por Damasco, la traducción al árabe de los ejercicios de la Fraternidad, Ricardo que llega desde Brasil por motivos de trabajo… Así también mi estancia de tres semanas en Damasco fue acogida por Soulaiman con esta pregunta: «Entonces, ¿qué trabajamos para la Escuela de comunidad?».

La mañana siguiente a mi llegada, nos encontramos en la misa en el santuario dedicado a la conversión de san Pablo y Soulaiman me confiesa: «Siempre he deseado comenzar la jornada con un gesto de oración, pero este deseo se ha cumplido porque tú estabas». Entonces pienso que necesitamos una presencia que nos desafíe y acompañe para no quedar anegados en los pantanos de nuestros pensamientos. Entiendo qué quiere decir esto al día siguiente, cuando Israel empieza a bombardear posiciones iraníes cerca del aeropuerto de la capital. El mismo aeropuerto en el que había aterrizado dos días antes, y el cielo de Damasco se ilumina con los disparos del contraataque sirio. Me aterroriza. Soulaiman y su familia me sonríen: «Tendrías que haber estado aquí en abril, ¡esto no es nada! Vamos a comer un helado».

Unos días más tarde nos reunimos para la primera escuela de comunidad sobre la introducción de los Ejercicios de la Fraternidad. Soulaiman ha invitado a cinco amigos y compañeros, y enseguida lanza la pregunta: «¿Qué signos nos permiten entender que vivimos esta familiaridad con Cristo?». Interviene él en primer lugar y empieza a contar que, cuando experimenta Su presencia vive la realidad con más hondura. Entonces ya no ve a sus pacientes como un problema que resolver sino como personas. Bashar dice que es agnóstico y sostiene que Dios quiere que nos independicemos de Él. Añade que lo importante es que Dios esté en el corazón, pues así siempre podremos volver a Él. Fadi es diseñador de moda femenina y habla de su relación utilitarista con Dios: si tienes problemas graves puedes dirigirte a Él; si no, no hace falta molestarle con pequeñeces… Su hija, Myriam, le explica que Dios siempre está con nosotros y que se sirve de las circunstancias más complicadas para mostrarse ante nosotros con más fuerza. Soulaiman cierra el encuentro hablando de cuando fue conmigo a misa aquella mañana, para expresar que la compañía nos ayuda a reducir nuestra distancia con Dios.

La Jornada de apertura de curso en Damasco

Entre la primera y la segunda escuela de comunidad sucede que Fadi, el diseñador de moda, tiene un infarto y tienen que operarle de urgencia. Pero la semana siguiente vuelve a estar con nosotros e interviene: «¿Por qué Dios me ha lanzado a la vida? ¿Qué quiere de mí?». Todos nos vemos provocados a contar el descubrimiento de nuestra vocación. Soulaiman habla de la necesidad de un sentido con que llegó a Rusia y cómo la compañía de las Memores Domini de Moscú le sostuvo. Por mi parte, yo describo mi primera viaje a Siberia y el complicado impacto que tuve con Rusia. Estos discursos suscitan algunas preguntas: ¿qué es Comunión y Liberación, quién es don Giussani? Entonces empiezo a contar algunas cosas de la Jornada de apertura de curso, celebrada en Milán el día antes. Soulaiman entonces se lanza: «¡La semana que viene haremos también nosotros la Jornada de apertura de curso!».

Decir “Jornada de apertura de curso” es una expresión un poco fuerte, pero lo cierto es que es realmente un momento de inicio. Somos ocho en casa de Soulaiman. Cantamos un canto árabe que dice: «Vuelve conmigo, oveja mía, no tengas miedo. ¿Por qué quisiste abandonarme? No te he creado para ser polvo. Te he creado para que puedas vivir sin distancia». Luego yo les enseño Povera voce.

Hago una breve introducción contando quién era Giussani, cómo nació el movimiento, qué sucedió en Italia en 1968. Luego leemos en árabe un fragmento de la intervención de don Giussani, donde dice que no puede ser la historia, ni la tradición, ni un discurso lo que mueva al hombre de hoy, sino solo un acontecimiento que suceda hoy igual que hace dos mil años. Entonces escuchamos su voz grabada mientras yo les enseño algunas fotos.
Es impresionante darse cuenta de que sucede igual en Siria, Italia o Rusia. Hasard dice: «¡Pero esto habla de mí! Yo solo vivo de la tradición, pero eso no me basta. ¿Qué quiere decir que Cristo es contemporáneo? ¿Cómo se puede vivir estando siempre ante Él?». Soulaiman cuenta que esto fue precisamente lo que él descubrió cuando conoció el movimiento. Conocer a Andrea en Milán y frecuentar nuestra comunidad en Moscú fue para él la posibilidad de vivir una relación con Cristo dentro de todas las cosas de la vida. «Esta es la fuerza de la compañía: nos lo hace visible».

También impresiona mucho a todos la fuerza de la voz de don Giussani, que testimonia qué tipo de energía le permitía volver a empezar a partir de unas cincuenta personas después de la tempestad del 68, igual que, apunta Fadi, «Cristo empezó con doce».
De todo esto nace, de manera natural, la propuesta de un trabajo regular entre amigos. Al acabar, Soulaiman se me acerca y me dice: «Aunque estuviera solo con Fadi, yo quiero hacer este trabajo, porque lo necesito».
Jean-François Thiry, Moscú