Sharon, Anna y Teddy en Bruselas

Teddy, Sharon y las copas de champán

Ya vimos a estas dos mujeres de Uganda en Bruselas en un foro europeo de cooperación, sus encuentros y diálogos entre los pabellones. Ahora vemos lo que pasó después. Algo «desbordante», como cuenta Anna...

Teddy Bongonim y Sharon Akidi aterrizaron en Bruselas para los European Development Days a principios de junio, para contar su historia y su relación con el Meeting Point International de Kampala, en Uganda. Entrevista en el Parlamento Europeo, conversaciones en el stand de Avsi, visitas a otros stands, y una noche encuentro de estas dos mujeres con la comunidad de Bruselas, regalándonos un testimonio precioso.

Quedamos pronto, en el salón del oratorio donde solemos seguir la Escuela de comunidad de Carrón en diferido. Tras un breve aperitivo preparado por unos amigos, nos sentamos con Teddy y Sharon alrededor de una mesa y con una pregunta: «¿Quiénes sois y qué hacéis aquí?». No se ahorraron nada, se mostraron arrolladoras, a pesar de tener unos cuarenta ojos puestos sobre ellas, ojos desconocidos e intrigados por ese dúo ugandés.

Sharon, 20 años, observa a todos con mucha atención, pero prefiere dejar la palabra a Teddy, 45 años, madre de siete hijos y otros niños que ha acogido en casa con los brazos abiertos, aunque no siempre sabe qué les dará de comer y a pesar de la difícil relación con su marido. Padece Sida desde que nació, vive en las periferias de Kampala y se dedica a llevar la contabilidad del MPI, además de otras cuestiones que surgen en el día día: llevar a un niño al hospital, atender a otro, ayudar con los deberes del colegio.

Teddy habla con mucha dignidad y totalmente libre. No se vislumbra ningún indicio de vergüenza, rencor o desprecio al contar el abandono de sus padres, cómo su marido regaló todos sus vestidos a una amante, los maltratos que ha sufrido una y otra vez hasta que no le quedó otra opción que refugiarse en casa de los vecinos, incluso en medio de la noche, cómo su familia viva “al día” y cómo su hija mayor tiene que soportar la presión de los que le proponen la prostitución como la manera más fácil para ganarse la vida... En medio de todo eso, siempre pone énfasis en el amor que le ha cambiado la vida, a través de Rose, que le ha enseñado que tiene un valor infinito, que ninguna circunstancia, por humillante o dolorosa que sea, podrá menguar. Ahora queda claro de dónde le viene esa dignidad que la caracteriza.

Junto al Descendimiento de Petrus Christus

¿Nunca habéis visto las pirámides de copas de champán en algunas bodas o galas? Si viertes el vino en la copa arriba del todo hasta que desborde, se pueden llenar en cadena todas las copas que están debajo, poco a poco... Teddy es así: la mirada de amor y estima que ha recibido emana sin filtro alguno, sin ningún prejuicio hacia cualquier persona que encuentre, sin distinciones. Desde su marido hasta los funcionarios que conoció en el Parlamento. Y también a nosotros mientras la escuchamos. Para todos tiene el mismo mensaje: tú tienes un valor infinito, no importa el contexto en el que vivas ni la vida que lleves. «Now I’m free», repite continuamente: «Ahora soy libre». Nada ni nadie puede quitarle su dignidad. Y lo dice mirándonos a los ojos, con una firmeza que hace temblar. Es justo por eso, explica, que no llegó a divorciarse de su marido, que finalmente falleció. «¿Cómo podía dejarle por el alcohol y la violencia? Él también es más que todo eso».

Y lo reitera cuando le preguntamos qué le había dicho, esa misma tarde, a Christos Stylianides, comisario europeo de Ayuda Humanitaria y Gestión de Crisis, con el que tuvo la oportunidad de entrevistarse junto a Sharon. «Le he dicho lo mismo. Conocer su valor es importante tanto para mí, igual que para él». A nosotros nos dio la risa pensando en este tornado de mujer con vestido multicolor hablando con la cabeza bien alta al funcionario de traje y corbata.

Luego pasó la palabra a Sharon, al principio un poco reacia frente a la petición «háblanos de ti». Nos habló del instituto, de que el año que viene empezará a estudiar Económicas en la universidad, del deseo de tener su espacio. Que en lugar de ir a la Luigi Giussani High School prefirió otro instituto, a cuarenta minutos andando desde su casa, para huir, aunque por poco tiempo, del control de la familia. Y de las muchas veces que la invitaron a la Escuela de comunidad con Rose y de que ella siempre rechazó la invitación. Cuando por fin aceptó, no entendía mucho de aquel encuentro pero hubo un concepto que se le quedó grabado en la mente, y ya no pudo dejar de volver: «You’ve got a value, tú tienes valor». Entre todas las palabras que dijeron durante esa escuela, estas de Rose se le quedaron grabadas.

El sábado, al acabar los European Development Days, las acompañé en un breve tour por la ciudad: paseo por el casco viejo, Grand Place, la Ópera y el Palacio Real, una visita al Museo Old Masters, misa en la catedral de San Miguel y Santa Gúdula. Luego, rumbo al hotel, a recoger las maletas para la vuelta. Sharon se enamoró del Grand Palace y todo el día preguntaba lo mismo, llena de asombro: «¿Lo de las fachadas es oro de verdad? ¿Cómo puede ser que nadie lo haya robado todavía?». También se quedó cautivada ante las puertas del Palacio Real y las telas de la capilla de Saint Jacques. Teddy, en cambio, se paraba delante de cada cuadro del museo escuchando atentamente la audioguía. Cada una según su sensibilidad, me llenaron de preguntas. Como no soy guía turística profesional, yo tenía muy pocas respuestas, pero me sorprendió la atención que me prestaban. Me preguntaron por mi familia, mi carrera, y me di cuenta de que no era solo por dar conversación. Lo mismo puedo decir del afecto con el que se despidieron al final del día, como si fuera una amiga querida. Se acordaban de todas las personas que habían conocido esos días, y me pidieron que les diera las gracias una a una, mientras subían las maletas al taxi. Ya en el metro de vuelta a casa, me sentía como la última copa de la pirámide, que se llena por el desbordamiento del contenido de las que están arriba.

Anna, Bruxelles