Parábola de invierno

El País
Lidia Jorge

...Que ese niño, una vez crecido, se convirtiera en ese hombre barbudo, que simbolizaba a Cristo, fue para mí motivo de gran perturbación. Frente a la choza de paja, donde se representaba la felicidad, quise sustraer el niño-niña y llevármelo conmigo para que no sufriera tan ostentoso sacrificio. Quería ahorrarle su trágico destino, evitar la muerte de aquel niño radiante que simbolizaba la vida. Pero los ojos de los adultos estaban atentos, nunca conseguí mi propósito y el niño se quedaba invariablemente allí para cumplir su destino litúrgico. Solo mucho después comprendí que aquel deseo de mi infancia, fruto de un pensamiento sincrético, era el de reescribir la Historia, o, mejor dicho, el de enmendar el hilo de tragedia que encierra en sí la humanidad. Al principio de este invierno he vuelto a sentir el mismo deseo y la misma impotencia, pues parece imposible rescatar a la naturaleza humana de su vicio de matar, o simplemente de dejar morir sin intervenir, que es lo mismo. Me refiero, como es lógico, a lo que lleva sucediendo en el este de Europa desde el 24 de febrero de 2022. Estamos, por lo tanto, en medio de la Historia. ¿Cómo romper sus anillos y revertir mediante la voluntad el camino hacia el desastre?...
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