Quiera Dios

El Mundo
Lucía Méndez

...Estamos al borde de nuestras capacidades. Empachados. No podemos más, no nos queda espacio para más tristeza, ni para más dolor, ni para más desgracias. Que no, que no quiero verlo. Pero ni aún en lo más profundo de un bosque desierto podríamos defendernos del ruido de las bombas, de las lágrimas de ese niño que se despide de su padre, o de la emoción de miles de alemanes recibiendo en la estación a los desdichados que llegan con lo puesto para acogerles en sus casas. Dijimos que no queríamos llorar más, así que calla de una vez. Que no quiero verlo. Pero tampoco puedo cerrar los ojos. Y así es cómo vamos haciendo callo y nos vamos acostumbrando a la guerra. Nos gustaría hacer algo para pararla. Lo que sea...
Pincha aquí para seguir leyendo