La huerta

El Independiente
Francisco Carrión

...“Un campo pequeño me basta, y una casa humilde/ en la que pueda descansar mi cuerpo”, esbozó el poeta Albio Tibulo citado por Pau. Mis abuelos habrían firmado sin titubear esos versos porque, cada estío, tenían la ambición de cuidar con celo su huerta y repartir luego sus frutos entre su prole. No habrían renunciado jamás a sus hortalizas si, como les sucede a las plantas en septiembre, no se hubiera ido agostando, perdiendo su vigor. De su callado valor he sido consciente este verano en el que he regresado a la huerta a través de unos raíles; me he quedado prendido a los atardeceres; he caminado entre olivares; mi cuerpo ha recuperado el placer de frescar; y he podido recordar un pedazo de esa infancia de polvorones en agosto. Regreso al bullicio con el sabor único de los tomates recién recogidos de la huerta aún en el paladar. El fin de agosto marca también el fin de mi huida. Septiembre, allá vamos.
Pincha aquí para seguir leyendo