El renacimiento de Mikel Azurmendi

El Confidencial
José Francisco Serrano

Leí con interés y curiosidad las necrológicas que en “El País” y “El Mundo” se publicaron con motivo del fallecimiento de Mikel Azurmendi, a quien calificaban como una voz libre y pionera contra ETA, uno de los fundadores de ¡Basta Ya! y del Foro de Ermua.

Antropólogo, autor prolífico, fue uno de los referentes morales en la lucha contra el terrorismo, contra la violencia, contra ETA, a la que perteneció en sus momentos iniciales.

No hace muchos años, había vivo un segundo nacimiento, un proceso de conversión, el encuentro con Dios a través de una mediación singular, el pensamiento de don Giussani y la forma de vida de algunos miembros de Comunión y Liberación en España.

Las citadas reseñas periodísticas hacían referencia, y no podía ser menos, a su vida intelectual y a su faceta de referente moral. Pero creo que no hicieron justicia a ese proceso de “metanoia”, de cambio, descrito en su libro “El Abrazo. Hacia una cultura del encuentro” (Almuzara), en dónde confesó que pensaba desde joven –antes de su hecho extraordinario- “esa cuestión acerca de Dios es insoluble. Mejor aparcarla. Y aparcada la tenía de antaño, pero que mucho”. Se definía, al fin y al cabo, como un “agnóstico y decaído”.

Al día siguiente de su fallecimiento, un amigo me envío un enlace al pésame del Presidente Internacional de Comunión y Liberación, Julián Carrón. Texto en el que hacía pública la carta que Mikel Azurmendi escribió al responsable en España de ese Movimiento, el sacerdote Ignacio Carbajosa, para solicitar su admisión en Comunión y Liberación.
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