La nieve antes del barrizal

El Mundo
Antonio Lucas

Mirar la nieve permite asistir a un espectáculo muy puro. Hasta los sonidos se suspenden. La nieve no suena, como sucede con el fuego y con la lluvia. La nieve va cayendo intacta, hace montones de sí misma y permite regresar al alero de la infancia amortiguando por un rato las pasiones que los adultos llevamos a cuestas. A la nieve la miramos casi siempre desde el niño, con la sospecha de que es una mañana que se ha descolgado del cielo. Por eso la nieve tiene más potencia que otras piruetas climáticas. Incluso cuando se convierte en un problema desprende algo de razonable, de belleza intacta...
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