El asombro: no dar nada por supuesto

La Vanguardia
Catherine L'Ecuyer

En cada una de esas deliciosas cabezas, decía Chesterton refiriéndose a los niños, hay un universo recién estrenado como lo fue el séptimo día de la creación. Así ven el mundo los ojos asombrados de nuestros pequeños, porque “no dan nada por supuesto”. Los ­niños no creen ni dejan de creer en los milagros, porque para ellos todo es un milagro. Y nosotros los adultos, ¿nos asombramos? Cuando nos despertamos esta mañana, ¿nos asombramos al ver a la persona que estaba a nuestro lado?...
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