Tristura

El País
Fernando Savater

...A veces me decía: “Se me ha metido una tristura...”. Y me miraba como aniñándose, con tierno desafío, recordándome sin palabras que mi obligación de amante era revertir el turbio desconsuelo y devolverlo brillante al bazar de la alegría. Yo lo dejaba todo y me ponía a la tarea con denuedo torpe pero entusiasta, recurriendo a las gansadas y a las citas de Shakespeare, a los mimos y a las promesas de aventuras cinematográficas, a la evocación de paisajes felices y a la maledicencia política, evocando recuerdos gratos, proyectos improbables, nuestras ilusiones. Por fin la nube en su rostro se marchaba al infierno del que vino y me sonreía muy poquito, de medio lado, pero bastaba. ¡Ya! Volvía su serenidad algo melancólica, y yo recuperaba mi alegría bastante nerviosa, as usual. Se acabó ese vaivén, ahora no hay tregua. Cinco años hace y solo me queda, invencible, la tristura.
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