Una realidad apaleada

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Francisco Pou

Estoy en el tren de Sarriá, uno de los barrios de renta más alta; los de Barcelona “de toda la vida”. Un grupo de parejas, de unos 50 y pico, en los asientos contiguos comentan jocosos “lo de ayer”. Lo de ayer fueron incendios, pedradas, un policía con el cráneo perforado por una bola de acero. Estaban ahí sus hijos. “Han llegado ya de día a casa”, contaban en el nítido catalán urbano. “Mi hijo llevaba una toalla y le he preguntado si venía de torear y hacer pases a la policía, ja, ja, ja”, “es una policía de Paco Martínez Soria, ja, ja”. Las parejas del tren, con cuidada ropa burguesa de marca, intercambiaban felices macabros vídeos del móvil. “Estos chicos...”. “Travesuras”...
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