Amazonía, demos crédito

Alfa y Omega
José Luis Restán

Se acerca envuelto en polémicas el Sínodo dedicado a la Amazonía. El Papa Francisco ha dicho que este Sínodo es «hijo» de la Laudato si, que no es una encíclica verde sino una encíclica sobre la dimensión social de la fe católica, que no deja fuera nada de lo humano, ni los derechos de las poblaciones ni el cuidado de la creación que Dios ha confiado al hombre.

El centro de gravedad del Sínodo no está en el debate sobre la posibilidad de ordenar varones casados («¡por supuesto que no!», ha dicho el Papa) ni tampoco en los desmanes (por cierto, bien reales) de ciertas empresas. La cuestión esencial del Sínodo es la evangelización de la Amazonía, ¡palabra de Francisco! Pero casi nadie habla de que los pobladores de aquella inmensa región, incluidas las comunidades indígenas, necesitan la novedad del Evangelio lo mismo que la necesitamos en Nueva York o en Madrid. Y esta es la cuestión dramática sin la que no se entiende nada, tampoco este Mes Misionero Extraordinario que acabamos de estrenar: que sin Cristo no se custodia adecuadamente lo humano, no se alcanzan ni sostienen las aspiraciones más profundas de cada hombre y de cada comunidad...
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