En la vida real

El País
Antonio Muñoz Molina

...Pero siempre será preferible la moderada ingenuidad a la negación cínica de todo, a ese nihilismo de salón que a veces se confunde con radicalismo o lucidez, pero que no es más que una pose, ya que nadie es nihilista en su vida real. Y también es importante que el espíritu crítico y el escándalo ante el abuso y la incompetencia no lo lleven a uno a decir tonterías. Visitar un centro de salud o una biblioteca o un laboratorio lo enfrenta a uno a la evidencia irrefutable de las cosas bien hechas, del mérito de quienes se entregan con solvencia y generosidad a trabajos muy difíciles y muy necesarios, y casi nunca bien pagados. También se aprende en lugares así a constatar la naturalidad de algo que parece imposible en el ámbito de la política: el talento de la mayor parte de las personas para dejar temporalmente a un lado sus diferencias innumerables de carácter y creencias y trabajar juntas en un empeño práctico común, ejerciendo una mezcla valiosa de idealismo y de pragmatismo...
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