Luz

La Vanguardia
Pilar Rahola

Ayer tenía un día gris, de aquellos que nacen de una tristeza etérea, que no responde a nada concreto, pero que se agarran al ánimo y te arrastran hacia abajo. ¡Afortunadamente tengo un talante optimista y las bajadas anímicas no me son frecuentes, pero cuando llegan, qué capacidad de anular el espíritu! Además, el desánimo no es inmóvil y siempre se alimenta de más desánimo, pensamientos dolorosos, nuestros ausentes, retos, hijos, preocupaciones... La tristeza es un devorador de más tristeza, un monstruo famélico que, si no se lo detiene, nunca tiene suficiente.
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