Jesús Carrasco: «Busco lo nuevo braceando en las profundidades de lo conocido»

Jot Down
Guadalupe Arbona Abascal y Juan José Gómez Cadenas

Tarde lluviosa de abril. Carrasco acaba de aterrizar en Madrid, viene de Edimburgo y dice que allí hacía mucho mejor tiempo que aquí. Han cambiado las tornas. Delgado y con un bigote llamativo, es austero de expresiones. La dulzura la lleva dentro, y la descubre como si fuese una cinta que deja resbalar ante su interlocutores, estos la van viendo deslizarse y ofrecerse, lo hace al ritmo que exige la amistad. Así la conversación va haciéndose cordial, con sosiego y delicadeza, sin precipitaciones. Entonces sí se puede ver su sonrisa y su fuente oculta: el aprecio sincero por personas y cosas. Todo sin alharacas. Comenzamos la conversación en la cafetería del restaurante Mutis, en la calle López de Hoyos. Nos sentamos en una mesa del comedor, cara a cara. Él sin papeles. Está acostumbrado a la precisión y no dice ni una palabra de más ni una de menos, casi no hay que corregir nada de la grabación. Como su físico es escueto, también lo son sus palabras, acertadas y claras. Solamente después en la cena distendida, ríe, cuenta, anuncia, dice de sí, sin dejar de preguntar a los que tiene delante. Sus gestos nacen de la mirada de un hombre que ama lo familiar y aprecia las cosas sencillas. La velada se hace corta...
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