¿San Gaudí?

ABC
Fernando Arrabal

Antonio Gaudí fue atropellado por un tranvía en Barcelona días después del similar accidente que tuvo Frida Kahlo en Méjico. Y de que Mijail Bulgákov comenzara a escribir «El maestro y Margarita». Obra maestra que el comunismo no permitió que se publicara hasta 1966: tres semanas antes de la muerte del autor. Durante cuarenta años aparecieron pasajes de la novela en múltiples «samizdats». ¡Y es que los manuscritos no arden jamás! A los tres los reveses les enseñaron lo que los triunfos les escondían. «El maestro y Margarita» comienza con la «increíble predicción» de que un tranvía cortaría la cabeza de uno de los que estaban discutiendo sobre la existencia de Dios en un parque soviético de Moscú. Como ocurrirá inmediatamente páginas después. Antonio Gaudí sufrió el accidente de tranvía en la Gran Vía de las Cortes Catalanas. Se ocultó dos días después: a las cinco de la tarde del 9 de junio de 1926. Según José Pla, que nunca inventó errores: «Al final de su vida Gaudí no solamente parecía un pobre. Lo era verdaderamente». El agonizante tenía la barba blanca y setenta y cuatro años. No llevaba ningún documento identificador pero sí un puñado de pasas y algunos cacahuetes en sus bolsillos. Y lo más importante para él: un libro de los evangelios amustiado por mil y una lecturas. Sabemos que iba con unos pantalones raídos y zapatos remendados. Gaudí nunca se preocupó por la coherencia. «Eso» vendrá más tarde. Las crisis económicas casi paralizaron las obras de la Sagrada Familia en muchas ocasiones. Pero él seguía aprisionado en su inspiración. Y seguía dibujando a la luz de sus arrebatos. Poco antes de morir reveló: «Mis grandes amigos están muertos. No tengo familia, ni clientes, ni fortuna, ni nada. Me entrego totalmente al Templo». A su «Catedral de los Pobres». Para la que se negó a recibir cualquier subvención oficial. Creyó que los demás se sentían viejos desde su nacimiento. Llegó a pedir limosna para poder continuar sus obras. Comía frugalmente. Vestía siempre con trajes de segunda mano con imperdibles en lugar de botones. A menudo se le tomaba por un vagabundo como ocurrió con los que presenciaron el accidente fatal. Nunca fue un «funcionario sentado como los diputados a-tantos-denarios-por-mes». El 7 de junio, como todos los días, fue a rezar y a ver a su confesor Mosén Agusti Mas y Foch en la Iglesia de San Felipe Neri. Caminaba entre las calles Gerona y Bailén cuando un tranvía le golpeó dejándole sin sentido. Como nadie hizo caso del «mendigo», ante la indiferencia general, un guardia civil paró un coche y le llevó al Hospital de la «Santa Creu».

Creo que la única persona que había escrito sobre Gaudí antes de su ocultación fue el entonces miembro del grupo surrealista Salvador Dalí. En 1933 dio a conocer en París su existencia con una conferencia: «La belleza terrorífica y comestible de Gaudí». La conferencia fue editada por el número 3-1 de la revista «Minotaure» (con fotografías de Man Ray y Brassaï). Con ello Dalí manifestó públicamente su admiración por el desconocido Gaudí. El 19 de agosto de 1936 Dalí escribió a su amigo «Monsieur Pablo Picasso (23 bis, rue La Boëtie, Paris)» una tarjeta que comienza diciendo: «Tres cher, ge regrette boucoub … y que termina con: “on vous aime boucoub: DALI”». Un mes después del comienzo de la incivil guerra le informa a Picasso de la profanación de la sepultura de Gaudí. El trotskista Dalí escribe al «asustadizo y genial Picasso» una tarjeta en un francés voluntariamente lleno de faltas: –«…la otra tarde un amigo mío ha visto en Barcelone a monsieur Antoni Gaudi cuando atravesaba la via Logetane, se le arrastra con una cuerda al cuello, tenía mala pinta (lo que se comprende en su estado) estaba assez vien conserve (embeaume) acababan de desenterrarlo». Sí: Gaudí con una soga al cuello fue arrastrado por las calles de Barcelona por el «gentío feliz: en liesse». El tumulto es un engendro solitario y bárbaro. Orwell nos cuenta que, con el apoyo de la manada, la gente trata de incendiar la Sagrada Familia. Para los incendiarios la iglesia es el símbolo de la opresión religiosa. Los mejores ante el aplauso de todos profanan la tumba del arquitecto. Precisamente en la Sagrada Familia se habían enterrado sus restos desde 1926. Dalí comenta: «¡Enterrar y desenterrar! ¡Desenterrar y enterrar! Para desenterrar de nuevo. Tal es el deseo carnal de la España impaciente. Hay que escarbar en la tierra para exhumar la tradición. Y profanarlo todo para poder deslumbrarse de nuevo con los tesoros que el país guarda en sus entrañas». Si la Sagrada Familia no fue incendiada fue a causa de un «reaccionario» que según Orwell prefería no incendiar aún («ya») las torres de la basílica. Para poder, desde allí, tirotear y eliminar a los fascistas que aún pululaban por Barcelona en plena calle.

Hoy el monumento todavía no está terminado. Se estima que las obras finalizarán en 2030. Queda mucho por hacer: Solo están concluidas dos de las fachadas (la de la Natividad y la de la Pasión) y solo cuatro campanarios de los doce previstos. Muchas de las obras de Gaudí están clasificadas como «Patrimonio Mundial de la Unesco». Desgraciadamente los mejores planos fueron saqueados e incendiados en su taller del templo, por la algarabía. Cada año más de tres millones de visitantes financian la obra. Ya que desde el primer día se rechazó toda forma de subvención pública. Aceptándose únicamente el mecenazgo privado. Actualmente aún ningún documento oficial aprueba su construcción. Gaudí nació en 1852 en Riudom de antepasados de Auvernia. En 1878, por los pelos, obtuvo el diploma de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona: «Hemos dado este título a un imbécil o a un genio. El tiempo lo dirá». Hasta 1970 Gaudí fue considerado como persona non grata por sus «extravagancias excesivas». Incluso un político influyente advirtió: «No volveré a una ciudad que permite que se construya parecida monstruosidad». La Sagrada Familia, en Barcelona, lleva en construcción más de 130 años, y cuando quede terminada, dentro de unos 20 años, su arquitecto Antonio Gaudí ¿alcanzará la santidad? Pues mientras trabajaba en la representación de la Natividad «vio a la persona de Jesucristo». En 2010 el Papa Benedicto XVI consagró la Sagrada Familia y alabó la creatividad del arquitecto. Ahora cardenales y teólogos están estudiando la candidatura con la Congregación de las Causas de los Santos. La postulación fue presentada oficialmente el 9 de julio de 2003. Cuando a Gaudí le preguntaban, con impaciencia, cuándo se terminaría la Sagrada Familia, él respondía: «Mi amo no tiene prisa».