Confiamos nuestra vida a Jesús, es sencillo

Alfa y Omega
José Luis Restán

Tras aquella entrevista en El Espejo, hace ocho meses, he descolgado de nuevo el teléfono para llamar a Victoria (Ushindi) y entender lo que está pasando en un inmenso país en que la vida y la muerte se cruzan a velocidad de vértigo. Por el auricular escucho la algarabía de los niños en el recreo: Victoria Braquehais, misionera de la Pureza de María, responde alegre, casi cantarina, rodeada de sus chavales en la escuela que las misioneras tienen en Kanzenze, en la provincia de Lualaba, al sur de la República Democrática del Congo. Le pregunto cómo está con un punto de legítima aprensión, a la vista de las informaciones que manejo sobre la violencia en el país, que en los últimos meses está poniendo en su foco a la Iglesia católica. Me deja sorprendido su respuesta nada impostada: «estoy bien, contenta de estar aquí, agradecida por todo lo que el Señor nos da». Al fondo suenan las risas y los gritos de los niños...
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