Alberto Ortega, nuncio en Iraq y Jordania: «Es importante plantear el regreso de los cristianos

Alfa y Omega
María Martínez López

La batalla para liberar Mosul del Daesh ha dejado al millón de personas que quedan en la ciudad en una situación «muy difícil», cuenta a Alfa y Omega desde Irak monseñor Alberto Ortega, nuncio en este país y en Jordania. Desde la ofensiva del Daesh en 2014, en Mosul «apenas quedan cristianos. Tuvieron que irse para no renegar de su fe»; como los del resto de la llanura de Nínive. Tras expulsar a los yihadistas de gran parte de esta zona, desde el 17 de octubre las fuerzas iraquíes y una coalición internacional disputan a los yihadistas, barrio a barrio, la capital de la provincia. Escasean el agua, la electricidad y los alimentos, y es muy difícil conseguir asistencia sanitaria. Más de 100.000 personas han abandonado la ciudad. «La mayoría están en campos de refugiados», explica el nuncio. Afortunadamente, «está llegando ayuda internacional», y varias instituciones de la ONU «y otras se están empeñando seriamente» en asistirlos. A través de Cáritas, también «la Iglesia intenta ayudar en la medida de sus posibilidades».