Es hora de que los europeos luchemos

El País
Jean-Claude Juncker y Martin Schulz

La visita del papa Francisco a Lesbos supuso más que un gesto. Acogió a doce refugiados sirios y al hacerlo obró de una forma más concreta y solidaria que muchos Estados miembros de la Unión. Así nos reclama el Papa que actuemos. Solidaridad y amor al prójimo no han de ser mera retórica de domingo; estos valores solo importan si los vivimos a diario.

Muchas decenas de miles de voluntarios hacen exactamente eso cada día, a menudo hasta caer agotados, ayudando a que las personas encuentren cobijo frente al terror, la guerra y la violencia. Proporcionan alimentos a los refugiados, se preocupan por que tengan algo que vestir y ayudan a los niños a asegurarse un futuro. Estos voluntarios muestran a los refugiados y al mundo el rostro humano de Europa.

También es esa la tarea de la política, en particular en un continente que a lo largo de su historia ha visto con demasiada frecuencia vallas y muros, tumbas y fronteras. Que lo hayamos superado en favor de la paz y la prosperidad constituye uno de nuestros éxitos. Cada uno de nosotros se beneficia de este logro cuando, por ejemplo, viajamos o trabajamos fuera de nuestra tierra.

El papa Francisco ha manifestado una gran confianza en nosotros. Espera que saquemos más partido a nuestro potencial. Con nuestro modelo europeo de cooperar y tender puentes entre las personas y los países, hemos conseguido superar la división del continente. Esta fortaleza puede sernos más necesaria que nunca a la vista de las múltiples crisis actuales. Las condiciones son quizá mejores de lo que creemos. El papa Francisco nos hace concebir una enorme esperanza cuando afirma que las dificultades pueden convertirse en acicate para la unidad. Ya es hora de que los europeos nos levantemos y luchemos por nuestra Europa común.