La vía mexicana del Papa Francisco

Tierras de América
Massimo Borghesi

Llama la atención, en el espléndido discurso del Papa Francisco a los obispos en la Catedral de Ciudad de México, el uso continuo de palabras como “mirar”, “mirada” y “rostro”. El verbo “ver”, en forma activa y pasiva, es el hilo rojo de un texto clave en el magisterio pastoral del Pontífice e ilumina una perspectiva que ya se había manifestado con anterioridad. Por ejemplo, en la conversación con el padre Antonio Spadaro que se publicó primero “La Civiltà Cattolica” y luego en el libro Mi puerta está siempre abierta. El Papa cuenta sus visitas a la iglesia de San Luis de los Franceses cuando estaba en Roma y describe sus impresiones frente al cuadro de La Vocación de San Mateo, de Caravaggio: “Ese dedo de Jesús, apuntando así… a Mateo. Así estoy yo. Así me siento. Como Mateo. (…) Me impresiona el gesto de Mateo. Se aferra a su dinero, como diciendo: “¡No, no a mí! No, ¡este dinero es mío!”. Esto es lo que yo soy: un pecador al que el Señor ha dirigido su mirada…”...